El Papa Francisco, después
de rezar el Ángelus del quinto domingo de agosto, con varios miles de
fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro recordó que ayer en
Harissa, en el Líbano, fue proclamado Beato el Obispo siro-católico Flaviano
Michele Melki, mártir en el contexto de una terrible persecución contra los
cristianos. Él fue defensor incansable de los derechos de su pueblo,
exhortándolos a permanecer fieles en la fe. También hoy, dijo el Obispo de
Roma, en Oriente Medio y en otras partes del mundo, los cristianos son
perseguidos. La beatificación de este Obispo mártir infunda en ellos
consolación, valentía y esperanza.
Ante la dramática situación humanitaria de los migrantes, que en
“los días pasados numerosos de ellos perdieron la vida en los terribles
viajes”, el Sucesor de Pedro realizó un apremiante llamamiento para “colaborar
con eficacia para impedir estos crímenes, que ofenden a la entera familia
humana”. Junto al Cardenal Schönborn y a toda la Iglesia en Austria, el Papa se
unió en oración por las víctimas en este país, encomendándolos a la
misericordia divina.
Después de rezar a la Madre de Dios, el Santo
Padre saludó a los fieles que se habían dado cita en la Plaza de San
Pedro con motivo del Ángelus dominical del 30 de agosto. En esta
ocasión, el Pontífice, dirigiéndose a los queridos hermanos y hermanas,
saludó cordialmente a todos los peregrinos, tanto a los romanos como a los
procedentes de varios países, y de modo especial a los scouts de Lisboa y a los
fieles de Zara (Croacia). El Obispo de Roma también saludó a los
Peregrinos de Verona y Bagnolo de Nogarole; a los jóvenes de la diócesis de
Vicenza, de Rovato y a los de la parroquia San Galdino en Milán, a los niños de
Salzano y Arconate.
“A todos – dijo Francisco – les deseó un feliz domingo. Y por
favor, ¡no se olviden de rezar por mí! ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
(Renato Martinez - Radio Vaticana)
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