No permita Dios que permanezcamos insensibles ante la
bondad de Cristo. Si él imitara nuestro modo ordinario de actuar, ya podríamos
darnos por perdidos. [...] Pues el que se acoge a otro nombre distinto del suyo
no es de Dios. Arrojad, pues, de vosotros la mala levadura, vieja ya y
agriada, y transformaos en la nueva, que es Jesucristo. [...]
Como sé que estáis llenos de Dios, sólo brevemente os he exhortado.
Acordaos de mí en vuestras oraciones, para que logre alcanzar a Dios, y
acordaos también de la Iglesia de Siria, de la que no soy digno de llamarme
miembro. Necesito de vuestras plegarias a Dios y de vuestra caridad, para que
la Iglesia de Siria sea refrigerada con el rocío divino, por medio de vuestra
Iglesia.
Os saludan los efesios desde Esmirna, de donde os escribo, los cuales
están aquí presentes para gloria de Dios y que, juntamente con Policarpo,
obispo de Esmirna, han procurado atenderme y darme gusto en todo. Igualmente os
saludan todas las demás Iglesias en honor de Jesucristo. Os envío mi despedida,
a vosotros que vivís unidos a Dios y que estáis en posesión de un espíritu
inseparable, que es Jesucristo.
De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y
mártir, a los Magnesios (Caps. 10,1-15: Funk 1,199-203)
Fuente: News.va
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