Encomendémonos al Padre en el
momento de nuestra despedida de este mundo. Lo pidió el Papa en su homilía de
la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Francisco
se centró en el discurso de Jesús antes de la Pasión y en la despedida de Pablo
en Mileto antes de ir a Jerusalén. El Pontífice dirigió su pensamiento a
cuantos son víctimas de las persecuciones y obligados a huir como los Rohingya
de Myanmar o los cristianos y los yazidi en Irak.
Jesús se despide para ir al
Padre y enviarnos al Espíritu. San Pablo se despide antes de ir a Jerusalén y
llora con los ancianos procedentes de Éfeso que querían saludarlo. El
Papa se inspiró en las Lecturas del día para desarrollar su homilía
acerca del significado que tiene para un cristiano “decir adiós”.
Pensemos en cuantos se ven obligados a huir de las persecuciones
“Jesús se despide, Pablo se
despide – dijo Francisco – y esto nos ayudará a reflexionar acerca
de nuestras despedidas”. En nuestra vida – observó el Papa – “hay tantas
despedidas”, pequeñas y grandes y hay también “tanto sufrimiento, tantas
lágrimas” en algunos casos.
“Pensemos hoy en aquellos
pobres rohingyas de
Myanmar. En el momento de dejar su tierra para huir de las persecuciones no
sabían qué les habría sucedido. Y desde hace meses están en barcazas, allí…
Llegan a una ciudad en la que les dan agua y comida y les dicen: ‘Váyanse’. Es
una despedida. Entre otras cosas, hoy se produce esta despedida existencial
grande. Piensen en la despedida de los cristianos y de los yazidis,
que no piensan volver a su tierra, porque fueron expulsados de sus casas. Hoy”.
Hay pequeñas y grandes
despedidas en la vida – reafirmó el Papa – como la “despedida de la mamá,
que saluda y da el último abrazo al hijo que va a la guerra; y todos los días
se levanta con el temor” de que alguien venga a decirle: ‘Le agradecemos mucho
la generosidad de su hijo que ha dado la vida por la patria’”. También está
“la última despedida – dijo Francisco – que todos nosotros debemos hacer,
cuando el Señor nos llama a la otra vida. Yo pienso en esto”.
Estas grandes despedidas de la
vida, “también la última – reafirmó el Papa Bergoglio – no son las
despedidas de un ‘hasta pronto’, ‘hasta luego’, ‘hasta la vista’, que son despedidas
que uno sabe que vuelve, o inmediatamente o después de una semana. Hay
despedidas de las que no se sabe cuándo y cómo volveré – dijo también el Santo
Padre –. Y afirmó que el tema de la despedida también está presente en el arte
y en las canciones:
“Me viene una a la mente, esa
de los alpinos, cuando aquel capitán se despide de sus soldados: el testamento
del capitán. ¿Yo pienso en la gran despedida, en mi gran despedida, no cuando
debo decir ‘hasta luego’, ‘hasta más tarde’, ‘hasta la vista’, sino ‘adiós’?
Estos dos textos dicen la palabra ‘adiós’. Pablo encomienda a Dios a los suyos
y Jesús encomienda al Padre a sus discípulos, que permanecen en el mundo. ‘No
soy del mundo, pero custódialos’. Encomendar al Padre, encomendar a Dios: éste
es el origen de la palabra ‘adiós’. Nosotros decimos ‘adiós’ sólo en las
grandes despedidas, tanto de la vida como en la última”.
Nos hará bien pensar en nuestra despedida de este mundo
“Creo – afirmó el
Papa – que con estos dos iconos – el de Pablo, que llora de rodillas
en la playa, todos allí, y en Jesús, triste, porque le esperaba la Pasión, con
sus discípulos, llorando en su corazón – podemos pensar en nuestra
despedida. Nos hará bien. ¿Quién será la persona que cerrará mis ojos?”:
“¿Qué dejo? Tanto Pablo como
Jesús, ambos, en estos pasajes hacen una especie de examen de conciencia: ‘Yo
he hecho esto, esto, esto…’. ¿Yo qué he hecho? Pero me hace bien imaginarme en
aquel momento. Cuándo será, no se sabe, pero vendrá el momento en el que ‘hasta
luego’, ‘hasta pronto’, ‘hasta mañana’, ‘hasta la vista’ se convertirá en
‘adiós’. ¿Yo estoy preparado para encomendar a Dios a todos los míos? ¿Para
encomendarme a mí mismo a Dios? ¿Para decir aquella palabra que es la palabra
del encomendarse del hijo al Padre?”.
Francisco concluyó su homilía
aconsejando leer precisamente las Lecturas del día sobre la despedida de Jesús
y la de Pablo, y a “pensar que un día”, también nosotros, deberemos decir
aquella palabra, “adiós”: “A Dios encomiendo mi alma; a Dios encomiendo mi historia;
a Dios encomiendo a los míos; a Dios encomiendo todo”.
“Que Jesús, muerto y resucitado
– fue la invocación final del Papa – nos envíe al Espíritu Santo, para
que aprendamos aquella palabra, aprendamos a decirla, pero existencialmente,
con toda la fuerza: la última palabra, adiós”.
(María Fernanda
Bernasconi - RV).
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