viernes, 3 de abril de 2015

HORA SANTA DE JUEVES SANTO. LA AGONÍA DE JESÚS

Escuchamos la Palabra  ( Marcos 14, 32-36)

Fueron a una finca, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos: «Sentaos aquí mientras voy a orar». Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo: «Me muero de tristeza: quedaos aquí velando». Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo: «¡Abbá! (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres».

Sentimientos de Jesús

La fatiga no es sólo física. Es algo mucho más profundo. Aquí estoy, postrado en tierra, orando al Padre. Mi sudor es similar a gotas de sangre. Estoy entrando en la agonía. Estoy compartiendo la experiencia suprema y difícil de todo ser humano próximo a la muerte.

Se acerca la hora de la tiniebla y del silencio. Y sientes, Jesús, el vacío desgarrador, la hondura de la angustia, no existe más que el abandono lacerante: tus amigos están dormidos, la traición se acerca. Y hay una soledad más trágica: hasta tu Padre parece abandonarte. Y en el silencio de Dios, la tremenda soledad de tu corazón se convierte en súplica desgarrada y ardiente: " Padre, tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz." Pero esta plegaria de lamento y abandono, es también oración de aceptación y esperanza: "Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres."

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