Para
el Arzobispo de Madrid, “la imagen de San Juan de Dios nos dice que es posible
ser rostro de Dios en esta tierra. Él lo fue: dio rostro acercándose a los que
más lo necesitaban. Esto también es posible para nosotros”, aseguró.
Por eso, en alusión a la Palabra proclamada, compartió con los presentes tres ideas.
Por eso, en alusión a la Palabra proclamada, compartió con los presentes tres ideas.
“En primer lugar, Dios nos llama con
amor, y no con cualquier amor. A veces queremos a la gente que nos hace bien,
que está de acuerdo con nosotros… pero ese no es el amor que Dios nos enseña.
El Señor nos enseña el amor misericordioso, ese amor que es capaz de extraer de
todas las situaciones que un ser humano pueda tener en la vida, por muy malas
que sean, un bien. Y Dios le ama. La misericordia de Dios, el amor misericordioso,
trae liberación”, afirmó. En este sentido, recordó que el Papa Francisco acaba
de anunciar que “a partir del 8 de diciembre de este año, hasta el día de
Cristo Rey del año siguiente, toda la Iglesia vamos a celebrar el Año de la
Misericordia. De esa Iglesia que quiere acercarse a todos los hombres con el
amor de Dios”. Así, prosiguió, en pleno siglo XXI “es una maravilla que Dios se
acerque a nuestra vida y nos diga: ¿quién de vosotros está dispuesto a mostrar
la misericordia de Dios en esta tierra, a hacer un mundo diferente? Nos llama
con amor”.
En segundo lugar, “el Señor nos muestra su rostro: no es un Dios teórico, que se queda con palabras. Dios, rico en misericordia, nos mostró el rostro de Dios en Jesucristo. Un Dios que nos quiere tanto que es capaz de hacerse hombre y de morir por nosotros… ¡Por todos los hombres sin excepción! Es el rostro de la misericordia. Estábamos muertos y nos ha dado la vida. ¡Tenemos vida, queridos hermanos! El bautizado tiene la vida de Dios, la vida de Cristo. Por eso, nosotros celebramos la vida cuando morimos, tenemos la vida eterna de Dios para nosotros”. “Los cristianos, añadió, desde los primeros momentos de la Iglesia, en el pueblo de Israel, eran hombres y mujeres que no tenían miedo de nada, porque sabían que tenían la vida eterna de Dios. Cada uno somos obra de Dios. San Juan de Dios paseó por este mundo mostrando el rostro de Dios, con obras y palabras”, apuntó.
Y, en tercer lugar, Dios “nos pide que mostremos su vida para que el mundo se salve por Él. Hoy todos los hombres están buscando vida, saliendo, para vivir felizmente. El mundo se salva solo por Él. Mostremos su vida. Él ha venido a este mundo para que los hombres tengamos vida eterna. Dios no vino a este mundo para juzgar” sino “para darnos su gracia”. “Y nos pide que mostremos su vida: que no matemos, que no descartemos, que no robemos a nadie la dignidad que tiene por ser hijo de Dios. Él es luz, nos hace ver lo que tenemos que hacer en la vida, nos hace vivir en la verdad y querer a todos”. “Qué maravilla que el Señor nos llame con su amor misericordioso, que nos muestre su rostro y que mostremos su vida. No lo podemos hacer con nuestras fuerzas”, aseguró.
Concluyó afirmando que “quien se alimenta de Dios tiene que dar a Dios” e invitando a los files a “globalizar la misericordia. Es la mejor manera de celebrar estos 50 años… Cuando tengáis olvidos, mirad a la Virgen, que está con los brazos abiertos para acoger a todos”.
En segundo lugar, “el Señor nos muestra su rostro: no es un Dios teórico, que se queda con palabras. Dios, rico en misericordia, nos mostró el rostro de Dios en Jesucristo. Un Dios que nos quiere tanto que es capaz de hacerse hombre y de morir por nosotros… ¡Por todos los hombres sin excepción! Es el rostro de la misericordia. Estábamos muertos y nos ha dado la vida. ¡Tenemos vida, queridos hermanos! El bautizado tiene la vida de Dios, la vida de Cristo. Por eso, nosotros celebramos la vida cuando morimos, tenemos la vida eterna de Dios para nosotros”. “Los cristianos, añadió, desde los primeros momentos de la Iglesia, en el pueblo de Israel, eran hombres y mujeres que no tenían miedo de nada, porque sabían que tenían la vida eterna de Dios. Cada uno somos obra de Dios. San Juan de Dios paseó por este mundo mostrando el rostro de Dios, con obras y palabras”, apuntó.
Y, en tercer lugar, Dios “nos pide que mostremos su vida para que el mundo se salve por Él. Hoy todos los hombres están buscando vida, saliendo, para vivir felizmente. El mundo se salva solo por Él. Mostremos su vida. Él ha venido a este mundo para que los hombres tengamos vida eterna. Dios no vino a este mundo para juzgar” sino “para darnos su gracia”. “Y nos pide que mostremos su vida: que no matemos, que no descartemos, que no robemos a nadie la dignidad que tiene por ser hijo de Dios. Él es luz, nos hace ver lo que tenemos que hacer en la vida, nos hace vivir en la verdad y querer a todos”. “Qué maravilla que el Señor nos llame con su amor misericordioso, que nos muestre su rostro y que mostremos su vida. No lo podemos hacer con nuestras fuerzas”, aseguró.
Concluyó afirmando que “quien se alimenta de Dios tiene que dar a Dios” e invitando a los files a “globalizar la misericordia. Es la mejor manera de celebrar estos 50 años… Cuando tengáis olvidos, mirad a la Virgen, que está con los brazos abiertos para acoger a todos”.
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