"Hay una idolatría que mata, que hace sacrificios humanos". El Papa Francisco criticó hoy la "idolatría que hace morir de hambre a tanta gente, a tantos niños", durante su homilía en la misa de Santa Marta.
En sus palabras, Bergoglio puso el ejemplo de los 200.000 niños rohingyás en los campos de refugiados de Myanmar. "Allí hay 800.000 personas, 200.000 son niños, sin apenas qué comer, desnutridos, sin medicamentos".
"También hoy sucede esto. No es una cosa que el Señor dice de aquellos tiempos: no. ¡Hoy! Y nuestra oración debe ser fuerte: Señor, por favor, toca el corazón de estas personas que adoran al dios, al dios dinero. Toca también mi corazón para que yo no caiga en eso, para que yo sepa ver", pidió el Papa. "Que Dios convierta el corazón de los hombres, para que conozcan al Señor y no adoren al dios dinero".
"Es Dios quien pone el límite a este apego al dinero, cuando el hombre se vuelve esclavo del dinero. Y ésta no es una fábula que Jesús se inventa: ésta es la realidad. Es la realidad de hoy. Es la realidad de hoy. Tantos hombres que viven para adorar el dinero, para hacer del dinero su propio dios. Tantas personas que viven sólo por esto y la vida no tiene sentido. ‘Así es quien acumula tesoros para sí - dice el Señor - y no se enriquece ante Dios': no saben qué es enriquecerse en Dios".
El Santo Padre mencionó un episodio acaecido hace años en Argentina - en "la otra diócesis", tal como suele definir a Buenos Aires - cuando un rico empresario, aun sabiendo que estaba gravemente enfermo, compró tercamente una casa sin pensar, en cambio, que en breve tiempo habría tenido que presentarse "ante Dios". Y también hoy existen estas personas hambrientas de dinero y bienes terrenales, gente que tiene "muchísimo", frente a "los niños hambrientos que no tienen medicamentos, que no tienen educación, o que están abandonados": se trata - dijo Francisco sin dudar - de "una idolatría que mata", que hace "sacrificios humanos".
Otra "consecuencia" - prosiguió explicando el Pontífice - es la guerra; incluso la que se desata en las familias:
"Todos nosotros conocemos qué sucede cuando está en juego una herencia: las familias se dividen y terminan en el odio. El Señor subraya con suavidad, al final: ‘Quien no se enriquece ante Dios'. Ese es el único camino. La riqueza, pero en Dios. Y no es un desprecio por el dinero, no. Es precisamente la avidez, come dice Él: la codicia. Vivir apegados al dios dinero".
Jesús Bastante
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