Francisco pide la intercesión de los 109 mártires beatificados en Barcelona para sostener a «los cristianos que también en nuestros días sufren discriminaciones y persecuciones»
En la Jornada Misionera Mundial, celebrada este domingo con el lema La misión en el corazón de la Iglesia, el Papa exhortó durante el rezo del Ángelus a «vivir la alegría de la misión testimoniando el Evangelio en los ambientes en los que cada uno vive y obra».
«Al mismo tiempo –añadió–, estamos llamados a apoyar con el afecto, la ayuda concreta y la oración a los misioneros que han partido para anunciar a Cristo a aquellos que todavía no lo conocen».
Francisco recordó que en octubre de 2019 se celebrará un Mes Misionero Extraordinario, «con el propósito de alimentar el ardor de la actividad evangelizadora de la Iglesia ad gentes», que encomendó a «san Juan Pablo II, Papa misionero», en el día de su memoria litúrgica.
El Pontífice aludió además a la situación política en Kenia, país que visitó en 2015 «y por el que rezo para que sepa enfrentar las actuales dificultades en un clima de diálogo constructivo, teniendo en el corazón la búsqueda del bien común».
Previamente, el Papa había recordado la beatificación este sábado en Barcelona de Mateo Casals, Teófilo Casajús, Fernando Saperas y 106 compañeros mártires claretianos «asesinados por odio a la fe durante la Guerra Civil Española», y deseó que «su heroico ejemplo y su intercesión apoyen a los cristianos que también en nuestros días, en diversas partes del mundo, sufren discriminaciones y persecuciones».
Al comentar el pasaje evangélico de este domingo, en el que un grupo de fariseos le preguntan a Jesús si es lícito pagar impuestos, el Papa diferenció entre la idolatría al poder y pagar los impuestos, que es «un acto debido a la autoridad terrena».
Pero Jesús al mismo tiempo remite a «la primacía de Dios», a quien se le debe cuanto le corresponde «en cuanto Señor de la vida del hombre y de la historia».
«Jesús –explicó el Papa– extrae de la pregunta planteada por los fariseos un interrogativo más radical y vital para cada uno de nosotros, un interrogativo que podemos plantearnos: ¿A quién pertenezco? ¿A la familia, a la ciudad, a los amigos, a la escuela, al trabajo, a la política, al Estado? Sí, es cierto. Pero ante todo –nos recuerda Jesús– tú perteneces a Dios. Ésta es la pertenencia fundamental. Es Él el que te ha dado todo lo que eres y tienes. Y por lo tanto, nuestra vida, día tras día, podemos y debemos vivirla en el reconocimiento de esta nuestra pertenencia fundamental y en el reconocimiento del corazón hacia nuestro Padre, que crea a cada uno de nosotros singularmente, irrepetible, pero siempre según la imagen de su Hijo amado, Jesús. Es un misterio estupendo».
Por ello, «el cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades humanas y sociales sin contraponer a ‘Dios’ y a ‘César’», contraposición que «sería una actitud fundamentalista». «El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades terrenas, pero iluminando las realidades terrenas con la luz que viene de Dios. La consagración prioritaria a Dios y la esperanza en Él no conllevan una fuga de la realidad, sino aún más un restituir operosamente a Dios lo que le pertenece. Es por ello que el creyente mira a la realidad futura, la de Dios, para vivir la vida terrena en plenitud y responder con valentía a sus desafíos».
Ricardo Benjumea
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