“En nuestro camino común, gracias a la benevolencia del Altísimo, estamos atravesando un fecundo momento de diálogo”. Lo afirmó el Papa Francisco al recibir en el Vaticano – el último jueves de agosto – a los representantes de la Conferencia de los Rabinos Europeos, del Consejo Rabínico de los EEUU de América y de la Comisión Rabínica de Israel, empeñada en dialogar con la Comisión para las Relaciones religiosas con el Judaísmo de la Santa Sede. Se trata – recordamos – de un grupo de expertos que han trabajado juntos en la elaboración del Documento titulado “Entre Jerusalén y Roma”, y que en esta ocasión se lo han entregado al Pontífice.
El Obispo de Roma explicó que se trata de un texto que tributa su reconocimiento a la Declaración Conciliar Nostra aetate, que en su cuarto capítulo – dijo – “constituye para nosotros la magna charta del diálogo con el mundo judío”. Y añadió que su actuación progresiva ha permitido que las relaciones entre ambos credos llegaran a ser cada vez más cordiales y fraternas. Sí, porque como afirmó el Santo Padre la declaración Nostra aetate destaca que el inicio de la fe cristiana ya se encuentra, según el misterio divino de la salvación, en los Patriarcas, en Moisés y en los Profetas.
De ahí que haya destacado, teniendo en cuenta el gran patrimonio espiritual compartido, la necesidad de promover el conocimiento mutuo, especialmente a través de los estudios bíblicos y del diálogo fraterno.
“De este modo, en el curso de los últimos decenios hemos podido acercarnos, dialogando de manera eficaz y fructuosa; hemos profundizado nuestra conocimiento recíproca e intensificado nuestros lazos de amistad”.
Ante la presencia también del Rabino Jefe de Roma, Riccardo Di Segni, Francisco puso de manifiesto que el documento “Entre Jerusalén y Roma” alude a los católicos llamándolos estrechos aliados, amigos y hermanos en la búsqueda común de un mundo mejor que pueda gozar “de la paz, de la justicia social y de la seguridad”.
Y esto “es tanto importante” – añadió el Papa – así como “la afirmación de que las religiones deben utilizar el comportamiento moral y la educación religiosa – y no la guerra, la coerción o la presión social – para ejercer su propia capacidad de influir e inspirar”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)
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