"El secreto de la terapia está en mostrar a la persona que, aunque que pueda parecer lo contrario, sigue siendo amada por Dios". Así explicó el Papa Francisco la «terapia de la esperanza» de Jesús, en la Audiencia General del miércoles 24 de mayo.
El pontífice se centró en el Evangelio de Lucas que narra el pasaje de la huida de los discípulos de Jerusalén, quienes tras la muerte de Jesús, caminan hacia Emaús desanimados porque habían visto morir las esperanzas que habían puesto en el Maestro. Jesús, conociendo la tristeza que los inundaba quería ayudarles a sondear en profundidad la amargura que se había apoderado de ellos.
Los discípulos caminan tristes, observó el Papa, porque vieron morir las esperanzas que habían puesto en Jesús de Nazaret; y la señal más elocuente de la derrota, que no habían previsto, es aquella cruz en el Calvario. En cambio se trata de una derrota que sí había sido prevista por Dios y también anunciada en las Sagradas Escrituras.
"En los Libros Sagrados - prosiguió el Pontífice - no se encuentran historias de heroísmo fácil, ni de conquistas fulminantes. A Dios no le gusta ser amado como a un líder que lleva a su pueblo a la victoria, aniquilando a los adversarios" sino, más bien, él representa "una llama frágil que arde en un día de frío y viento"; y, para aparecer aún más frágil, Él ha escogido el lugar que todos despreciamos.
Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo entregó a los discípulos: fue entonces cuando los discípulos de Emaús lo reconocieron. En ese encuentro rápido de Jesús con los dos discípulos, dijo Francisco, está contenido todo el destino de la Iglesia; y en el gesto de la Eucaristía, el significado también de cómo debe ser nuestra vida: Jesús nos toma, nos bendice, 'parte' nuestra vida - porque no hay amor sin sacrificio - y la ofrece a los demás, a todos.
A continuación, el resumen de la catequesis que el Papa pronunció en nuestro idioma:
"Queridos hermanos y hermanas:
La lectura del Evangelio de san Lucas que hemos escuchado nos narra la experiencia de los dos discípulos que, después de la muerte de Jesús en el Calvario, huyen de Jerusalén sin esperanza, desilusionados y llenos de amargura por la derrota del Maestro, hacia la tranquilidad de Emaús.
En ese caminar hacia su aldea, mientras conversan con paso triste y desesperanzado, se les une un desconocido. Los ojos de ellos, velados aún por el fracaso de sus expectativas humanas, no reconocen que es Jesús. El Señor camina con ellos, y aunque conoce el motivo de su desilusión, no se impone, sino pregunta y escucha. Comienza su «terapia de la esperanza». Les deja el tiempo necesario para que hagan un recorrido interior y lleguen al fondo de su amargura. Y ellos pronuncian aquellas palabras: «Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel», que trasudan tristeza, decepción, derrota, y que son un retrato de la existencia humana que nos es común.
Jesús camina, de manera discreta, junto a todas las personas desalentadas, y logra darles de nuevo la esperanza. Como a los discípulos de Emaús, él habla a través de las Escrituras, manifestando cómo la verdadera esperanza pasa por el fracaso y el sufrimiento. Y al final del camino cumplido en su compañía, Jesús se hace reconocer en la Fracción del pan, gesto fundamental de la Eucaristía, don de su amor total, de donde brota la vida de la Iglesia y del cristiano.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que Jesús resucitado nos conceda descubrirlo presente y vivo en su Iglesia donde, saliendo a nuestro encuentro y caminando junto a cada uno, nos conduce con su amor infalible y su presencia vivificante por el camino de la esperanza. Que Dios los bendiga".
(Griselda Mutual - Radio Vaticano)
(from Vatican Radio)
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