La Cuaresma es el tiempo propicio para cambiar de vida y acercarse a Jesús pidiendo perdón, arrepentidos y dispuestos a testimoniar su luz ocupándonos de los necesitados. Son cuarenta días para acercarnos al Señor, para estar más cerca de Él. Porque todos nosotros necesitamos cambiar de vida. Es inútil decir: «Pero, padre, yo no soy tan pecador...», porque «todos tenemos dentro alguna cosa y si miramos en nuestra alma todos encontraremos algo que no funciona».
La Cuaresma, por lo tanto, «nos invita a ajustar, a acomodar nuestra vida» indicó el Pontífice. Es precisamente esto lo que nos permite acercarnos al Señor.
«“Yo te cambio el alma”: esto nos dice Jesús. ¿Y qué nos pide? Que nos acerquemos. Que nos acerquemos a Él. Dios es Padre; nos espera para perdonarnos. Y nos da un consejo: “No seáis como los hipócritas”. Lo hemos leído en el Evangelio: este tipo de acercamiento, el Señor no lo quiere. Él quiere un acercamiento sincero, auténtico. En cambio, ¿qué hacen los hipócritas? Se maquillan. Se maquillan de buenos. Ponen cara de estampita, rezan mirando al cielo, haciéndose ver, se sienten más justos que los demás, despreciando a los demás». Y presumen de ser buenos católicos porque tienen conocidos entre obispos y cardenales.
«Esto es la hipocresía. Y el Señor dice ‘no’», porque nadie debe sentirse justo por su juicio personal. «Todos necesitamos ser justificados, y el único que nos justifica es Jesucristo. Por ello debemos acercarnos: para no ser cristianos maquillados». Cuando la apariencia se desvanece «se ve la realidad y éstos no son cristianos.
¿Qué debemos hacer entonces? Lo dice el Señor mismo en la primera lectura: “Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien”». Esta es la invitación.
Pero, ¿cuál es la señal de que estamos en el buen camino? Lo dice también la Escritura: socorrer al oprimido, cuidar al prójimo, al enfermo, al pobre, a quien tiene necesidad, al ignorante. Esta es la piedra de toque».
«Los hipócritas no pueden hacer esto, porque están tan llenos de sí mismos que son ciegos para mirar a los demás». Pero «cuando uno camina un poco y se acerca al Señor, la luz del Padre hace ver estas cosas y va a ayudar a los hermanos. Este es el signo de la conversión». La señal de que estamos con Jesús es precisamente esta: atender a los hermanos, a los pobres, a los enfermos como el Señor nos enseña en el Evangelio.
Por lo tanto, la Cuaresma sirve para «cambiar nuestra vida, para ajustar la vida, para acercarnos al Señor». Mientras que la hipocresía es «el signo de que estamos lejos del Señor»: el hipócrita «cree que se salva por sí mismo».
«Que el Señor nos dé a todos luz y valor: luz para conocer lo que sucede dentro de nosotros y valor para convertirnos, para acercarnos al Señor. Es hermoso estar cerca del Señor».
(De la Homilía del Papa Francisco en Santa Marta el 18 de marzo de 2014. Fuente: Radio Vaticano)
No hay comentarios:
Publicar un comentario