Algunas
precisiones en temas de escatología, de la mano de Santa Caterina de Génova y
Santo Tomás de Aquino.
Curiosamente, mientras la filosofía y la teoría
política contemporáneas –al menos desde el siglo XX- han utilizado categorías
extraídas de la escatología católica –de maneras sorprendentemente fructíferas,
cabe decir-, la reflexión sobre las realidades últimas, al menos intraeclesialmente,
parece no ocupar un sitial demasiado privilegiado hoy día.
Sin embargo, eso no quiere decir que en la tradición
católica la escatología no haya sido objeto de reflexión ardua, intensa y, con
frecuencia, erudita. Recientemente, Shaun McAfee publicó en EpicPew un listado de diez cosas
que, muy probablemente, desconocemos sobre el Purgatorio. De ellas, hemos
seleccionado las tres que nos han parecido más interesantes, con el fin de
despertar en las redes –si es posible- una conversación a propósito de estos
temas.
Quienes
están en el Purgatorio están ya unidos a Cristo
Las ánimas del Purgatorio son parte de la llamada
“Iglesia Purgante”, también conocida como “Iglesia Sufriente”. La Tradición
reconoce que los fieles estamos, digámoslo así, agrupados en tres grandes
estados: la iglesia militante, la iglesia purgante y la iglesia triunfante. En
la Lumen Gentiumse lee:
“Hasta que el Señor venga revestido de majestad y
acompañado de sus ángeles y, destruida la muerte, le sean sometidas todas las
cosas, de sus discípulos, unos peregrinan en la tierra (Iglesia militante);
otros, ya difuntos, se purifican (Iglesia purgante); otros, finalmente, gozan
de la gloria (Iglesia triunfante), contemplando ‘claramente a Dios mismo, Uno y
Trino, tal como es”.
Si las ánimas del Purgatorio son parte de la Iglesia
Purgante –tanto como podríamos serlo nosotros, también, en medio de nuestros
sufrimientos como Iglesia Militante-, entonces son obviamente parte del Cuerpo
Místico de Cristo y, en consecuencia, permanecen unidos a Él.
El sufrimiento
en el Purgatorio es voluntario
Esto merece una explicación un tanto más detallada. Como se lee en el post de Shaun McAfee en EpicPew, en el tratado sobre el Purgatorio de Santa Caterina de Génova se
explica que, al ver lo que le espera en el Cielo, el alma se arroja
voluntariamente al Purgatorio. El Purgatorio es voluntario no porque alguien
pudiese escoger no ir, sino porque al ver lo que gana al pasar por él, el alma
voluntariamente se somete. En este particular, Santo Tomás de Aquino dice
exactamente lo mismo.
En el
Purgatorio también hay alegría
Generalmente, se piensa en el Purgatorio como en un
lugar de sufrimiento, así sea temporal. Pero en realidad, como lo explica Santa
Caterina de Génova, el Purgatorio no está exento de alegrías: así como el
propio Cristo consuela a las almas de la Iglesia Militante, también lo hace con
la Iglesia Purgante, y así como nosotros podemos consolarnos unos a otros
durante nuestra vida en la tierra, así podemos también hacerlo en el
Purgatorio. Pero, explica Santa Caterina, hay algo más:
“El fuego del amor de Dios es lo que
precisamente va consumiendo en el alma toda herrumbre o mancha de pecado. El
sufrimiento del purgatorio es, pues, ante todo la pena de daño, mucho más
que la pena de sentido, es decir, mucho más que «cualesquiera otras
penas que allí puedan encontrarse» (15b).
En efecto, lo más terrible para el alma
es el desgarramiento interior producido por un amor que, a causa de esos
impedimentos aún no del todo aniquilados, se ve retardado en el ansia
de su perfecta posesión de Dios. Y cuanta más purificación, más intenso el amor
y más cruel el dolor. Amor y dolor parecen crecer así en el purgatorio en
acelerada progresión.
El purgatorio es, pues,
un crescendo de amor y dolor que conduce al cielo, a la felicidad
perfecta. Hay en las almas del purgatorio un gozo inmenso, parecido
al del cielo, y un dolor inmenso, semejante al del infierno; y el uno
no quita el otro”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario