"El diaconado femenino puede ser
también concebido como mera suplencia auxiliar"
El pasado 12 de Mayo la Unión de Superioras Generales (UISG) comprometieron al
papa Francisco en el avance de algunas propuestas que nos son urgentes para que
las mujeres podamos desarrollar con plenitud nuestra vocación cristiana sin
discriminaciones por razones de género. El Evangelio como una Buena Noticia de
liberación para el sexo femenino es un tema siempre pendiente en la iglesia,
pero no fue así en sus orígenes.
La práctica de Jesús y las primeras
comunidades, aun con muchas tensiones al interior de ellas mismas, inauguró la ekklesía de iguales como un espacio abierto y dinámico que
subvirtió las jerarquías patriarcales y las clases sociales por
las que se regía la sociedad del momento e inauguró también unas nuevas
relaciones de género. Pero en su inculturación al mundo greco-latino terminó
optando por la adaptación en muchos aspectos y uno de ellos fue sin duda, el de
la subordinación de las mujeres hasta que el protagonismo femenino fue
progresivamente neutralizado y silenciado, como reflejan los Códigos domésticos
y las Cartas Pastorales(1 Pe 2,18-3,7)(1 Tim 2,12-15).
A partir del siglo II, el modelo de
organización que se impondrá en la iglesia, concentrará en la figura del
obispo buena parte de los carismas de liderazgos y proféticos, en
deterioro de otros modelos más comunitarios y ministeriales que existían en
ella. Laicos y mujeres saldremos perjudicados. A partir de este momento las
mujeres vamos a ser más valoradas por el ascetismo, es decir como vírgenes y
viudas, que como misioneras. La evolución de la figura de Magdalena de apóstol
a penitente tiene que ver también con este proceso.
También la fijación del canon tendrá un efecto poderosísimo en la
exclusión y subordinación de las mujeres, ya que la tradición oral y
apócrifa será excluida y es en ella donde el liderazgo femenino se transmitía
con más fuerza en la primera iglesia. A partir de este momento la Escritura va
a ser cosa de varones y las mujeres pasarán a ser meras receptoras. Aunque
siempre habrá mujeres que rompan las normas.
Una de los reclamos de la UISG al
papa Francisco ha sido sobre el diaconado femenino, prohibido
por el Concilio de París en el siglo IX al negar que ninguna
mujer tuviera acceso al altar. Pero las preguntas de la UISG han abordado
también otras cuestiones relevantes, como la predicación de la homilía asociada
al ministerio profético, tema, en el que Francisco ha sido muy claro: La
homilía le compete sólo a los sacerdotes. Al igual que ha sido muy claro en su
calificación del feminismo como un peligro para las mujeres en la iglesia.
Sin embargo, muchas generaciones de
mujeres cristianas en el mundo estamos convencidas que no podremos avanzar hacia la ekklesia de iguales si no es
aplicando elementos que nos proponen los movimientos de liberación de las
mujeres y entre ellos la perspectiva de género, como un instrumento
de análisis y transformación de la realidad para poder descubrir los hilos de
la opresión de las mujeres y también la potencia de nuestras posibilidades.
Por eso defendemos que la categoría género no es una ideología, como tampoco lo fue la
categoría de clase en la teología de la liberación, sino un instrumento de
análisis. Es decir, una categoría que cuestiona las relaciones
sociales entre hombres y mujeres y la comprensión esencialista de lo femenino y
lo masculino para concebirlos como una construcción que conlleva elementos
culturales y que como tales pueden ser modificados.
En la experiencia de las mujeres la
perspectiva de género es extraordinariamente liberadora. Es una herramienta necesaria que
nos ayuda a desarrollar nuevos modos de ser persona mujer y persona varón,
nuevos modos de ser familia y comunidad, nuevos modos de amar y ser amadas
reivindicando la autoestima, el amor propio, el respeto mutuo y que la
diferencia no puede ser causa de desigualdad. Nuevas formas comprender y vivir
la diaconía del evangelio liberándonos del servilismo y la mutilación de
nuestras capacidades impuesta por el clericalismo.
Quizás por eso, por las
consecuencias que el análisis de género ha tenido en la vida de las mujeres,
cuestionando roles, espacios y papeles sociales la
iglesia se resiste a incorporarla. Pero no hacerlo es reducir la
cuestión de las mujeres a puro esencialismo o complementariedad, lo cual nos
mantiene en la misma situación de desigualdad y exclusión más allá de las
buenas intenciones.
Por eso en cómo se conciba el
diaconado femenino, en qué funciones se le dote y en la libertad y creatividad
con que pueda desarrollarse será una cuestión liberadora para las mujeres y la
iglesia o no. Pues en los tiempos de escasez de sacerdotes
que corren el diaconado femenino puede ser también concebido como mera
suplencia auxiliar. Más de lo mismo, ¿no?
(Pepa Torres)
No hay comentarios:
Publicar un comentario