lunes, 28 de marzo de 2016

Carta de Dios para ti

Querido (a) hijo (a):
Tú, que eres un ser humano, eres mi milagro. Y eres fuerte, capaz, inteligente y lleno de dones y talentos. Cuéntalos y entusiásmate con ellos. Reconócete. Encuéntrate. Acéptate. Anímate. Y piensa que, desde este momento, puedes cambiar tu vida para bien, si te lo propones y te llenas de entusiasmo. Y sobre todo, si te das cuenta de la felicidad que puedes conseguir con sólo desearlo.
Eres mi creación más grande. Eres mi milagro. No temas comenzar una nueva vida. No te lamentes nunca. No te quejes. No te atormentes. No te deprimas. ¿Cómo puedes temer, si eres mi milagro?. Estás dotado de poderes desconocidos para todas las criaturas del universo. Eres único. Nadie es igual a ti. Sólo en ti está aceptar el camino de la felicidad y enfrentarlo, y seguir siempre adelante hasta el fin. Simplemente porque eres libre.
En ti está el poder de no atarte a las cosas. Las cosas no hacen la felicidad. Te hice perfecto para que aprovecharas tu capacidad y no para que te destruyas con cosas superficiales. Te di el poder de pensar, de amar, de determinar, de reír, de imaginar, de crear, de planear, de hablar, de rezar… Te di el dominio de elegir tu propio destino usando tu voluntad. ¿Qué has hecho de estas tremendas fuerzas que te di?. No importa. De hoy en más, olvida tu pasado, usando sabiamente ese poder de elección.
Elige amar en lugar de odiar, elige reír en lugar de llorar, elige actuar en lugar de aplazar, elige crecer en lugar de consumirte, elige bendecir en lugar de blasfemar, elige vivir en lugar de morir.
Y aprende a sentir mi presencia en cada acto de tu vida. Crece cada día un poco más en el optimismo de la esperanza. Deja atrás los miedos y los sentimientos de derrota. Yo estoy a tu lado siempre. Llámame, búscame, acuérdate de mi. Vivo en ti desde siempre y siempre te estoy esperando para amarte. Si has de venir hacia mi algún día…que sea hoy, en este momento. Cada instante que vivas sin mi, es un instante infinito que pierdes de paz.
Trata de volverte niño, simple, inocente, generoso, dador, con capacidad de asombro y capacidad para conmoverte ante la maravilla de sentirte humano, porque puedes conocer mi amor, puedes sentir una lágrima, puedes comprender el dolor…
No te olvides que eres mi milagro. Que te quiero feliz, con misericordia, con piedad, para que este mundo que transitas pueda acostumbrarse a reír, siempre que tú aprendas a reír. Y si eres mi milagro, entonces usa tus dones y cambia tu medio ambiente, contagiando esperanza y optimismo sin temor, porque yo estoy a tu lado.

Con todo cariño, DIOS.
 Artículo originalmente publicado por encuentra.com

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