85.000 jóvenes. Un estadio abarrotado. El "José María Morelos y
Pavón" nunca se vio en otra. El Papa Francisco se encontró con toda la
juventud mexicana, ansiosa por escuchar sus palabras. Bergoglio dijo tres: "riqueza, esperanza dignidad", y advirtió a
los jóvenes contra la "mentira" de que "la única forma de vivir,
de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos
aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte".
"Jesús nunca nos invitaría a ser
sicarios, nos llama discípulos, nos llama amigos".
El Papa llegó con adelanto a la cita,
subido en una suerte de mini-golf, junto al arzobispo de Morelia. Apenas cabían
los dos, que sonreían divertidos ante la ocurrencia de la organización. Los
jóvenes le recibieron con efusión, con
locura, incluso con algún conato de tumulto, provocado por las ganas
del Papa de estar cerca de ellos. Representantes de todos los estados mexicanos
se encontraban en el estadio de Morelia, y hubo representaciones de las
culturas, danzas y tradiciones indígenas del país, un tanto caótico: debió ser
imposible que Francisco se fijara en todas a la vez.
Dos chicas con síndrome de Down, una de ellas voluntaria de la organización, se saltaron el cordón de
seguridad y corrieron a abrazar y besar al Papa. Es fascinante el poder de
atracción del sucesor de Pedro. Aquel momento era una fiesta, aunque pocos
prestaban atención de los testimonios de los jóvenes elegidos, atareados en
contemplar el espectáculo o en "hacer la ola", un invento muy
mexicano, en el estadio de fútbol.
Francisco sí escuchaba. Es más, pidió un bloc para tomar notas, y se saltó el discurso
preparado por primera vez en este viaje. Antes de comenzar, envió un saludo y
una bendición a los miles de jóvenes de Guadalajara reunidos en una plaza.
"Somos dos estadios: la plaza Juan Pablo II y noostros aquí, y después,
tantos otros por el pueblo".
El Papa comenzó reconociendo que conocía lo que los jóvenes le iban a
decir, porque "me habían hecho llegar el borrador de lo que iban a decir.
Es verdad, para qué les iba a mentir". Aun así, quiso improvisar.
"Uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana tiene rostro
joven", subrayó Bergoglio, quien insistió que "ustedes, jóvenes, son la riqueza de esta tierra (...). Pero esa riqueza hay que
transformarla en esperanza con el trabajo".
"Todos podemos vivir, pero no
podemos vivir sin esperanza", destacó el Papa, quien pidió "construir
esperanza, con mis manos, con mi corazón y con mi mente". Y es que
"la esperanza nace cuando se puede experimentar que no todo está perdido.
Y para eso hay que empezar por sí mismo. No estoy perdido, yo valgo, yo valgo
mucho".
"La principal amenaza a la
esperanza -denunció- son los discursos que te desvalorizan, que te van
como chupando el valor, y terminás.... como caído, ¿no es cierto?
Como arrugado, con el corazón triste". Discursos "que te hacen sentir
de segunda, o de cuarta. La principal amenaza contra la esperanza es cuando
sentís que no le importás a nadie, o sentís que te dan de lado. Y eso es duro,
pero eso sucede, ¿sí o no? Eso sucede"
Esa sensación "mata, nos aniquila,
y es la puerta de ingreso para tanto dolor", lamentó el Papa. "Pero
hay otra principal amenaza para la esperanza, y es hacerte creer que empezás a
ser valioso cuando te disfrazás de ropas, marcas de último grito de la moda, o
cuando te volvés prestigio importante por tener dinero, pero en el fondo tu
corazón no cree que seas digno de cariño o de amor, y eso tu corazón lo
intuye".
Así, "la esperanza está amordazada por lo que te hacen creer.
No te la dejan surgir. La principal amenaza es cuando uno siente que tiene que
tener plata para comprar incluso el cariño de los demás (...). Ustedes son la
riqueza de México, son la riqueza de la Iglesia... y no los estoy sobando el
lomo, no los estoy adulando. Y entiendo quemuchas veces se vuelve difícil sentirse la riqueza cuando nos
vemos continuamente expuestos a la pérdida de amigos o de familiares en manos
del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que
siembran el terror".
"Es difícil sentirse la riqueza cuando no se tienen oportunidades
de trabajo digno, posibilidades de estudio y capacitación", apuntó el
Papa, cuando "no se sienten reconocidos los derechos que terminan
impulsándolos a situaciones límites. Es difícil sentirse la riqueza de un lugar
cuando por ser jóvenes se les usa para fines mezquinos, con promesas que no son
reales, son pompas de jabón. La riqueza la llevan en el corazón".
"Perdimos el encanto de disfrutar
el encuentro", parafraseó el Papa, apuntando una frase de uno de los
jóvenes. "Perdimos el encanto de caminar juntos, el encanto de soñar
juntos. Y para que esta riqueza, movida por la esperanza vaya adelante hay que
caminar juntos, hay que encontrarse, hay que soñar. Atrévanse a soñar".
¿Por qué este convencimiento?
"Porque, como ustedes, creo en Jesucristo: es él quien renueva
continuamente la esperanza, es él quien renueva continuamente mi mirada, es él
quien despierta en mí, en cada uno, el encanto de disfrutar, de soñar, el
encanto de trabajar juntos. Es él quien me invita a convertir el corazón".
Y es de la mano de Jesús mediante la
que "podemos hacer camino, que una y otra vez podamos volver a empezar,
que podamos decir que es mentira que la única forma de vivir es dejando la vida
del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar
injusticia y muerte. ¡Eso es mentira!, y lo decimos de la mano de Jesús".
(Jesús Bastante).-
No hay comentarios:
Publicar un comentario