«Jesús no excluye a nadie de su
amistad. Es más, precisamente mientras se encuentra sentado a la mesa en la
casa de Leví (nota d.r.: se trata de san Mateo),
respondiendo a los que se escandalizaban porque frecuentaba compañías poco
recomendables, pronuncia la importante declaración: "No necesitan médico
los sanos sino los enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a
pecadores".
La buena nueva del Evangelio consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia al pecador. En otro pasaje, con la famosa parábola del fariseo y el publicano que subieron al templo a orar, Jesús llega a poner a un publicano anónimo como ejemplo de humilde confianza en la misericordia divina: mientras el fariseo hacía alarde de su perfección moral, "el publicano (...) no se atrevía ni a elevar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!".
Y Jesús comenta: "Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado" (Lc 18, 13-14).
La buena nueva del Evangelio consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia al pecador. En otro pasaje, con la famosa parábola del fariseo y el publicano que subieron al templo a orar, Jesús llega a poner a un publicano anónimo como ejemplo de humilde confianza en la misericordia divina: mientras el fariseo hacía alarde de su perfección moral, "el publicano (...) no se atrevía ni a elevar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!".
Y Jesús comenta: "Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado" (Lc 18, 13-14).
Por tanto, con la figura de Mateo-Leví, los
Evangelios nos presentan una auténtica paradoja: quien se encuentra
aparentemente más lejos de la santidad puede convertirse incluso en un modelo
de acogida de la misericordia de Dios, permitiéndole mostrar sus maravillosos
efectos en su existencia. (…)
Hay otra reflexión que surge de la narración evangélica: Leví responde inmediatamente a la llamada de Jesús: "Él se levantó y lo siguió". La concisión de la frase subraya claramente la prontitud de Mateo en la respuesta a la llamada. Esto implicaba para él abandonarlo todo, en especial una fuente de ingresos segura, aunque a menudo injusta y deshonrosa. Evidentemente Mateo comprendió que la familiaridad con Jesús no le permitía seguir realizando actividades desaprobadas por Dios.
Se puede intuir fácilmente su aplicación también al presente: tampoco hoy se puede admitir el apego a lo que es incompatible con el seguimiento de Jesús, como son las riquezas deshonestas. En cierta ocasión dijo tajantemente: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme" (Mt 19, 21). Esto es precisamente lo que hizo Mateo: se levantó y lo siguió. En este "levantarse" se puede ver el desapego de una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión consciente a una existencia nueva, recta, en comunión con Jesús.
Escuchemos este mensaje, meditémoslo siempre de nuevo, para aprender también nosotros a levantarnos y a seguir a Jesús con decisión».
Hay otra reflexión que surge de la narración evangélica: Leví responde inmediatamente a la llamada de Jesús: "Él se levantó y lo siguió". La concisión de la frase subraya claramente la prontitud de Mateo en la respuesta a la llamada. Esto implicaba para él abandonarlo todo, en especial una fuente de ingresos segura, aunque a menudo injusta y deshonrosa. Evidentemente Mateo comprendió que la familiaridad con Jesús no le permitía seguir realizando actividades desaprobadas por Dios.
Se puede intuir fácilmente su aplicación también al presente: tampoco hoy se puede admitir el apego a lo que es incompatible con el seguimiento de Jesús, como son las riquezas deshonestas. En cierta ocasión dijo tajantemente: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme" (Mt 19, 21). Esto es precisamente lo que hizo Mateo: se levantó y lo siguió. En este "levantarse" se puede ver el desapego de una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión consciente a una existencia nueva, recta, en comunión con Jesús.
Escuchemos este mensaje, meditémoslo siempre de nuevo, para aprender también nosotros a levantarnos y a seguir a Jesús con decisión».
Fuente: News.va
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