“Den testimonio de gratuidad, solidaridad y espíritu de
servicio, como verdaderos discípulos de Cristo en los lugares donde viven y
trabajan”, lo dijo el Papa Francisco a los miembros del Movimiento Cristiano de
Trabajadores, a quienes recibió en Audiencia en el Aula Pablo VI del Vaticano.
En su discurso el Santo Padre recordó que el trabajo es
una vocación que viene de Dios Padre. “Es verdad: dijo el Papa, el trabajo es
una vocación, porque nace de la llamada que Dios dirige desde el principio al
hombre, para que cultive y cuide la casa común” (Cfr. Gen 2,15). No obstante el
mal ha corrompido el mundo y también la actividad humana, en el trabajo libre,
creativo, participativo y solidario; el ser humano expresa y fortalece con el
trabajo, afirma el Pontífice, la dignidad de la propia vida.
¿Cómo podemos responder bien a esta vocación, a la cual
nos llama Dios? Se pregunta el Obispo de Roma. Para dar una respuesta adecuada,
el Papa sugiere tres elementos: Educación, solidaridad y testimonio.
Educación
“Quisiera sugerir tres palabras, que pueden ayudarnos. La
primera, apenas subrayada por María, es la educación. Educar significa ‘sacar a
la luz’. Es la capacidad de extraer lo mejor del propio corazón. No es solo
enseñar alguna técnica o impartir nociones, sino hacer más humanos a nosotros
mismos y la realidad que nos circunda. Y esto vale de modo particular para el
trabajo: es necesario formar un nuevo humanismo del trabajo, donde el hombre, y
no la ganancia, este al centro; donde la economía sirva al hombre y no se sirva
del hombre”.
En este sentido, afirma el Sucesor de Pedro, es importante
recordar que educar ayuda a no ceder a los engaños de quien quiere hacer creer
que el trabajo, la donación de uno mismo y el estudio no tienen valor. Existen
siempre estas tentaciones, afirma el Papa, y se trata siempre de intercambios
morales, indignos del hombre, eduquen el corazón a ser libre.
Compartir
El compartir, la solidaridad es el segundo elemento para
responder adecuadamente a la llamada de Dios, sugiere el Vicario de Cristo. “La
segunda palabra es el compartir. El trabajo no es solamente una vocación del
individuo, sino es la oportunidad de entrar en relación con los demás:
cualquier forma de trabajo presupone una idea sobre las relaciones que el ser
humano puede o debe establecer con el otro. (Cfr. Laudato Si’, 125). El trabajo
debería unir a las personas, no alejarlas, haciéndolas cerradas y distantes.
Transcurriendo tantas horas en la jornada, también nos ofrece la ocasión para
compartir lo cuotidiano, para interesarnos de quien tenemos al lado, para
recibir como un don y como una responsabilidad la presencia de los demás”.
Es importante, agrega el Papa, que los otros no sean
destinatarios solo de algunas atenciones, sino de verdaderos y propios
proyectos. Por ello, es importante – agrega – tener presente los propios
proyectos y los proyectos de los demás, es poner la inteligencia al servicio
del amor, de este modo se logra ser una persona íntegra y tener una vida más
feliz, porque así somos capaces de donar.
Testimonio
“La última palabra que quisiera sugerir es testimonio. El
apóstol Pablo animaba a testimoniar la fe también mediante la actividad,
venciendo la ociosidad y la pereza; y dio una regla muy fuerte y clara: quien
no quiere trabajar, no coma. (Cfr. 2 tes 3,10)”. Hoy, señala el Papa,
lamentablemente existen tantos jóvenes que no trabajan, son “los nuevos
excluidos de nuestro tiempo” y son privados de su dignidad.
Antes de concluir su discurso, el Papa Francisco animó a
los miembros del Movimiento Cristiano de Trabajadores a “transmitir la
esperanza, fortalecer el trabajo y dar una ayuda concreta a quienes más lo
necesiten”. Asimismo, los invitó a dar testimonio personal y comunitario a
partir del estilo de vida que llevan: “testimonio de gratuidad, solidaridad y
espíritu de servicio”, como verdaderos discípulos de Cristo, “es su tarea, dijo
el Papa, llevar la luz del Señor a los lugares donde viven y trabajan”.
(Renato Martinez – Radio Vaticano)
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