El arzobispo de Tánger
(Marruecos), el español Santiago Agrelo (A Coruña, 1942), ha reivindicado la
dignidad de las personas pobres, el papel social de la Iglesia ante la actual
crisis de refugiados y ha advertido que "las fronteras matan, aunque a
veces finjamos ignorarlo".
El clérigo
franciscano, que ha visitado Barcelona esta semana para inaugurar el curso
2015-2016 del Centro de Estudios Cristianismo y Justicia,
ha denunciado en una entrevista con Efe la "paradoja" que supone el
hecho de que "los creadores de los problemas en Oriente Medio y en
África" seamos "nosotros mismos", en referencia a los países
occidentales.
Por eso,
Agrelo, que entró en el noviciado de los franciscanos con tan sólo 11 años, ha
acusado de hipocresía a los estados europeos, "que reciben a Cristo en la catedral y
luego ponen cuchillas en la frontera".
El
prelado, que estudió Filosofía, Humanidades y Teología en la Universidad
Pontificia de Salamanca y Liturgia en Roma, ha defendido que "no somos ni debemos ser los encargados de exportar la
democracia" porque
eso sólo "desestabiliza naciones", y ha reprochado que "se vaya
salvando el mundo llenándolo de víctimas".
Como
arzobispo de Tánger, cargo en el que fue nombrado en 2007, ha descrito elcontinente africano como un lugar donde las naciones
occidentales "explotan los recursos en su favor" con el objetivo de
llevar "una vida de señores" que, asegura, "es lo que los
africanos nos envidian, y por eso vienen para aquí".
Concretamente,
y en relación con su experiencia en Marruecos, monseñor Agrelo ha explicado que
cuando bendice a los emigrantes que emprenderán el viaje hacia Europa siente
que, más bien, les está "dando la
extremaunción".
Agrelo se
ha mostrado muy crítico con los gobiernos europeos que presumen de tener buenas
políticas de inmigración: "me duele,
me molesta y me indigna la impermeabilización de las fronteras",
porque "detrás hay mujeres, hombres y niños que quedan mutilados, muertos,
y sin derecho a buscar un futuro mejor".
"Las fronteras siempre me
han parecido vejatorias", ha remarcado. "No creo que haya nadie con
capacidad moral de prohibir el paso al pobre", ha opinado Agrelo, que ha
equiparado las políticas de inmigración europeas con "muros que sólo
obligarán al pobre a arriesgar la vida en su camino".
Según el
arzobispo, que ha trabajado en barrios marginales de Roma, acompañando a presos
y colaborando con las religiosas oblatas en proyectos de apoyo a mujeres
prostitutas o dirigiendo un albergue para personas sin techo, "aunque la
Iglesia no tenga capacidad de decisión política", necesariamente "debe estar donde están los pobres, porque no tiene otros
destinatarios".
Agrelo ha
apelado a periodistas y medios de comunicación, y ha exigido responsabilidad y
"rigor en el lenguaje", ya que "los términos 'irregular' o 'sin
papeles' los hemos inventado nosotros", y ha reprochado que, de forma interesada, se llame 'refugiados' a
los emigrantes.
En
relación con las recientes declaraciones del papa Francisco sobre la crisis migratoria, Agrelo se
ha mostrado muy cercano a la línea del Pontífice, que recuerda la necesidad de
mantener un "compromiso permanente" para con los emigrantes, y no
sólo una disponibilidad fruto de una circunstancia temporal, como puede ser una
crisis.
En cuanto
al Sínodo de
obispos sobre la familia en el que el papa Francisco quiere flexibilizar la
postura de la Iglesia sobre los divorciados y separados, Agrelo ha dicho que, a
pesar de que el modelo del matrimonio para la Iglesia "es claro",
también ésta debe "reconocer el derecho a tropezar" y valora muy
positivamente este "ejercicio de libertad de reflexión" dentro de la
Iglesia, aunque ha augurado que va a "traer tensiones". (RD/Agencias)
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