En el segundo día de su Viaje
Apostólico a Cuba la mañana del Papa inició con la Santa Misa en el XXV domingo
del tiempo ordinario en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana. La
Plaza, lugar simbólico del país, fue escenario de la histórica Misa presidida
por el Santo Padre Francisco con la presencia de miles de fieles y peregrinos
que se dieron cita para oír las palabras del Sucesor de Pedro.
Reflexionando sobre el Evangelio del Apóstol Marcos el Obispo de Roma desarrolló su
homilía a partir de la pregunta “aparentemente indiscreta” que Jesús hace a sus
discípulos «¿De qué discutían por el camino?» (Mc 9, 30-37). Una pregunta, dijo
el Papa, que también puede hacernos hoy: ¿De qué hablan cotidianamente?
¿Cuáles son sus aspiraciones?
El Santo Padre señaló que “la historia de la humanidad ha estado
marcada por el modo de responder a esta pregunta” e indicó que Jesús “conoce
los recovecos del corazón humano”, y “logra dar una respuesta capaz de plantear
un nuevo desafío, descolocando «las respuestas esperadas» o lo aparentemente
establecido”. “Jesús – dijo Francisco -
siempre plantea la lógica del amor”.
Porque el horizonte de Jesús no es para unos pocos privilegiados
capaces de llegar al «conocimiento deseado» o a distintos niveles de
espiritualidad, Él es simple en su respuesta: «Quien quiera ser el primero, que
sea el último de todos y el servidor de todos»; y porque en gran parte servir
significa, “cuidar la fragilidad”, de “nuestras familias, de nuestra sociedad,
de nuestro pueblo”, Jesús nos propone mirar y amar con gestos concretos a quienes sufren,
están desprotegidos o angustiados. Es un Amor que se
plasma en acciones y decisiones, dijo el Padre y Pastor de la Iglesia
Universal, y que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos
estamos invitados a desarrollar.
Por otra parte el Papa no dejó de poner en guardia sobre las
tentaciones que encontramos en el camino, como la “tentación del servicio que
se sirve a sí mismo en nombre de lo nuestro”, y que “genera una dinámica de exclusión”, y
recordó asimismo que “el servicio nunca es ideológico” porque “no se sirve a ideas, sino que
se sirve a las personas”.
Finalizando la homilía el Sucesor de Pedro invitó al santo
Pueblo fiel de Dios que camina en Cuba, “pueblo que tiene gusto por la fiesta,
por la amistad, por las cosas bellas, pero que también tiene heridas”, y que
“marcha con esperanza, porque su vocación es de grandeza”, a cuidar “los dones
que Dios les ha regalado” y a no descuidarlos “por proyectos que puedan
resultar seductores, pero que se desentienden del rostro del que está a su
lado”, exhortándolos, asimismo a no olvidar que “la importancia de un pueblo,
de una nación, de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de
sus hermanos”. En eso, concluyó el Papa Francisco “encontramos uno de los
frutos de una verdadera humanidad”.(GM – RV)
No hay comentarios:
Publicar un comentario