El Papa Francisco tomó muy temprano el
avión la mañana del sábado para dirigirse a la ciudad de Filadelfia en donde
fue recibido por el Arzobispo, el Gobernador de Pensilvania y el Alcalde, para
dirigirse inmediatamente después a la Catedral de San Pedro y San Pablo en
donde presidió la Santa Misa con los obispos, sacerdotes, religiosos y
religiosas. De la historia y la belleza que se ciernen detrás de los
muros y ventanas de esa Catedral partió la reflexión del Sucesor de Pedro: “me
gusta pensar que la historia de la Iglesia en esta ciudad y en este Estado es
realmente una historia que no trata solo de la construcción de muros, sino
también de derribarlos”.
Una historia, señaló el Pontífice, “que
habla de los esfuerzos realizados por los sacerdotes, religiosos y laicos que
han atendido las necesidades espirituales de los pobres, los inmigrantes, los
enfermos y los encarcelados”, que se ve también en las escuelas donde “los
hermanos y hermanas han enseñado a los niños a leer y a escribir, a amar a Dios
y al prójimo”. “Un legado que están llamados a transmitir y a enriquecer”.
El Santo Padre habló entonces de la
pregunta que el Papa León XIII hizo a santa Catalina Drexel, una de las grandes
santas de la Iglesia local, acerca de la necesidad de las misiones: «¿Y tú?¿qué
vas a hacer?». Palabras que cambiaron la vida de Catalina, al recordarle la
misión que todo cristiano en virtud del bautismo ha recibido.
De ahí el Papa resaltó por una parte, lo
significativo de que esas palabras fueran dirigidas a una joven mujer laica, de
altos ideales: “¡Cuántos jóvenes en nuestras parroquias y escuelas tienen los
mismos altos ideales, generosidad de espíritu y amor por Cristo y la Iglesia!
¿Los desafiamos? – preguntó - ¿Les damos espacio y les ayudamos a que realicen
su cometido?”. Por otra parte el Santo Padre reiteró que “en una sociedad que
cambia rápidamente el futuro de la Iglesia, “reclama una participación de los
laicos mucho más activa”, que “no significa renunciar a la autoridad espiritual
que se nos ha confiado”, sino “discernir y emplear sabiamente los múltiples
dones que el Espíritu derrama sobre la Iglesia”.
Animándolos finalmente a renovar la
alegría del primer encuentro con Jesús para sacar de ella una renovada
fidelidad y fuerza, y con su mirada puesta en el Encuentro Mundial de las
Familias, el Papa pidió reflexionar sobre el servicio que la iglesia brinda a
las familias, a las parejas que se preparan para el matrimonio y a los jóvenes,
y también pidió oración por las deliberaciones del próximo Sínodo sobre la Familia.
(GM - RV)
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