En 1991, después de la caída del comunismo
del Este, un brillante ensayista francés, Jean Christophe Rufin, comparó la
entonces incipiente invasión de los pueblos del Sur al Norte con la invasión de
los bárbaros del Norte que acabaron con el Imperio Romano.Como Roma impuso una especie de muro de contención en sus
fronteras (limes), ahora en el Norte se construyen
"muros" para evitar las invasiones de mexicanos, de africanos, de
asiáticos o de refugiados del Oriente Medio.
Pero a diferencia de los pueblos
germánicos que invadieron el Imperio Romano con armas y ejércitos, el Sur que ahora invade el Norte es un conglomerado de hombres
pobres y desnutridos, de mujeres y niños, incluso de ancianos, que
huyen de la guerra, del hambre y de la miseria de sus países, y buscan una
nueva patria donde sobrevivir. Muchos mueren en el intento, víctimas de los
traficantes humanos, víctimas de naufragios o de disparos de policías
fronterizos...
A esto se añade otra diferencia respecto
de la invasión de los bárbaros del Norte. El Norte no es inocente frente a lo
que ahora está sucediendo; el Norte es en gran parte responsable del drama
actual, pues han sido las grandes potencias europeas las
que han colonizado y explotado los continentes de África, Asia y América, los
intereses económicos del Norte prevalecen sobre los humanos en Oriente Medio.
¿Quiénes venden armas a los países en guerra? ¿Quiénes fabrican minas
antipersonales? El armamentismo del Norte se enriquece con las sangrientas
guerras del Sur.
Pero además hay que pensar que, así como
el decadente Imperio Romano a la larga se enriqueció con la savia de los
pueblos germánicos, también la vieja Europa se
puede enriquecer con la fuerza, el talento, la cultura y la religiosidad de los
pueblos del Sur.
Estamos ante una inmensa tragedia, ante
una oleada de refugiados, no vista desde la segunda guerra mundial. No valen
excusas, ni defensas, ni silencios cómplices, es cuestión de humanidad, de
solidaridad, más allá de la diferencia de razas, culturas o credos. No es simple sentimentalismo ante la foto del niño sirio-kurdo
muerto en la playa de Turquía, no es asistencialismo, es cuestión de justicia.
Los cristianos no podemos olvidar que en
el Antiguo Testamento, el huérfano, la viuda y el forastero eran los
predilectos del Dios de Israel. Y según el Nuevo Testamento, Jesús está
presente en los pobres y excluidos, que serán nuestros
jueces en el juicio final. Es totalmente coherente con el evangelio
que el Papa Francisco -que en su visita a Lampedusa había lanzado un grito profético
a favor de los migrantes y había criticado la indiferencia de quienes viven en
la burbuja del bienestar-, ahora haya pedido a las parroquias, monasterios y
comunidades religiosas que acojan a las familias de refugiados.
Afortunadamente crece en muchos lugares la solidaridad y la acogida.
Los "bárbaros" del Sur son en
gran parte víctimas del Norte. Y podemos preguntarnos¿quiénes
son hoy los "bárbaros"...?
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