martes, 22 de septiembre de 2015

"El Norte no es inocente". La invasión de los "bárbaros" del Sur

En 1991, después de la caída del comunismo del Este, un brillante ensayista francés, Jean Christophe Rufin, comparó la entonces incipiente invasión de los pueblos del Sur al Norte con la invasión de los bárbaros del Norte que acabaron con el Imperio Romano.Como Roma impuso una especie de muro de contención en sus fronteras (limes), ahora en el Norte se construyen "muros" para evitar las invasiones de mexicanos, de africanos, de asiáticos o de refugiados del Oriente Medio.

Pero a diferencia de los pueblos germánicos que invadieron el Imperio Romano con armas y ejércitos, el Sur que ahora invade el Norte es un conglomerado de hombres pobres y desnutridos, de mujeres y niños, incluso de ancianos, que huyen de la guerra, del hambre y de la miseria de sus países, y buscan una nueva patria donde sobrevivir. Muchos mueren en el intento, víctimas de los traficantes humanos, víctimas de naufragios o de disparos de policías fronterizos...

A esto se añade otra diferencia respecto de la invasión de los bárbaros del Norte. El Norte no es inocente frente a lo que ahora está sucediendo; el Norte es en gran parte responsable del drama actual, pues han sido las grandes potencias europeas las que han colonizado y explotado los continentes de África, Asia y América, los intereses económicos del Norte prevalecen sobre los humanos en Oriente Medio. ¿Quiénes venden armas a los países en guerra? ¿Quiénes fabrican minas antipersonales? El armamentismo del Norte se enriquece con las sangrientas guerras del Sur.

Pero además hay que pensar que, así como el decadente Imperio Romano a la larga se enriqueció con la savia de los pueblos germánicos, también la vieja Europa se puede enriquecer con la fuerza, el talento, la cultura y la religiosidad de los pueblos del Sur.
Estamos ante una inmensa tragedia, ante una oleada de refugiados, no vista desde la segunda guerra mundial. No valen excusas, ni defensas, ni silencios cómplices, es cuestión de humanidad, de solidaridad, más allá de la diferencia de razas, culturas o credos. No es simple sentimentalismo ante la foto del niño sirio-kurdo muerto en la playa de Turquía, no es asistencialismo, es cuestión de justicia.

Los cristianos no podemos olvidar que en el Antiguo Testamento, el huérfano, la viuda y el forastero eran los predilectos del Dios de Israel. Y según el Nuevo Testamento, Jesús está presente en los pobres y excluidos, que serán nuestros jueces en el juicio final. Es totalmente coherente con el evangelio que el Papa Francisco -que en su visita a Lampedusa había lanzado un grito profético a favor de los migrantes y había criticado la indiferencia de quienes viven en la burbuja del bienestar-, ahora haya pedido a las parroquias, monasterios y comunidades religiosas que acojan a las familias de refugiados.
Afortunadamente crece en muchos lugares la solidaridad y la acogida.
Los "bárbaros" del Sur son en gran parte víctimas del Norte. Y podemos preguntarnos¿quiénes son hoy los "bárbaros"...?


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