Hay una frase de San
Ambrosio que conmueve mucho al Santo Padre, ‘donde hay misericordia está el
Espíritu de Jesús, donde hay rigidez están solamente sus ministros’. Él mismo
lo ha contado en su homilía en la oración de las vísperas en la Catedral de la
Inmaculada Concepción y San Cristóbal en La Habana, con los sacerdotes,
religiosos, religiosas y seminaristas. Y esta idea ha sido la conclusión de su
discurso, en el que reflexionó sobre pobreza y misericordia.
Al llegar a la Catedral,
y tras saludar y bendecir a los fieles reunidos en la plaza, el Santo Padre ha
sido acogido por el rector, quien le acompañó a la Capilla del Santísimo.
En primer lugar intervino el cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, a continuación una religiosa ha dado su testimonio y finalmente se ha rezado vísperas y el Papa ha pronunciado unas palabras.
En primer lugar intervino el cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, a continuación una religiosa ha dado su testimonio y finalmente se ha rezado vísperas y el Papa ha pronunciado unas palabras.
Sor Yaileny Ponce
Torres, hija de la caridad, ha hablado de su servicio en el Hogar de impedidos
físicos y mentales “La Edad de Oro”. La religiosa ha indicado que el gesto de
corazón que cada día quieren vivir en el trato con los pacientes y personal de
servicio es “descalzarnos ante el misterio de Dios latente en la vida de
aquellos, que a los ojos de muchos son invisibles, no cuentan, son valorados
como carga inútil o despreciados por ser diferentes”.
Mientras, el cardenal
Ortega quiso mencionar algo muy propio de la Iglesia de este país, “la Iglesia
que vive en Cuba es una Iglesia pobre, y el abnegado testimonio de pobreza de
nuestros sacerdotes diocesanos o religiosos, de los diáconos y las personas
consagradas, es admirable”. Quizás, ha asegurado, sea precisamente la pobreza
la que contribuye de modo singular a la solidaridad y fraternidad entre todos.
El Santo Padre, ha
reconocido que tanto el cardenal como la religiosa han hablado “como profetas”
y por eso ha decido dejar de lado el discurso que llevaba preparado e
improvisar.
A propósito de la
pobreza, el Papa ha señalado que el espíritu mundano no la conoce, no la
quiere, la esconde, no por pudor, sino por desprecio. Ha advertido que “el
espíritu del mundo no ama el camino del Hijo de Dios, que se vació a sí mismo,
se hizo pobre, se hizo nada, se humilló para ser uno de nosotros”.
Del mismo modo ha
hablado del peligro de estar apegado a la “mundanidad”. Y ha añadido que “la
riqueza pauperiza, pero pauperiza mal, nos quita lo mejor que tenemos, nos hace
pobres. Pobres en la única riqueza que vale la pena, para poner la seguridad en
lo otro”.
El Santo Padre ha
recordado el espíritu de pobreza, el espíritu de despojo, el espíritu de
dejarlo todo para seguir a Jesús y “este dejarlo todo no lo invento yo, varias
veces aparece en Evangelio”.
Asimismo, ha asegurado
que “nuestra Santa Madre Iglesia es pobre. Dios la quiere pobre como quiso
pobre a nuestra Santa Madre María”. Por eso les ha invitado a amar la pobreza
como a madre.
Haciendo referencia al
testimonio previo de la religiosa, el Pontífice ha hablado de “los últimos”,
los “más pequeños”. Que --ha afirmado-- aunque sean grandes unos terminan
tratándolos como niños, porque se presentan como niños. Así, ha explicado que
aunque haya servicios pastorales más gratificantes, cuando uno busca en la
preferencia interior al más pequeño, al más abandonado, al más enfermo, al que
nadie tiene en cuenta, al que nadie quiere, “cuando sirve al más pequeño, está
sirviendo a Jesús de manera superlativa”.
Estos lugares son “donde
la ternura y la misericordia del Padre se hace más patente, donde la ternura y
la misericordia de Dios se hace caricia”, ha observado. Ha propósito ha
reconocido "cuántas religiosas y religiosos queman y repito el verbo,
queman, su vida acariciando material de descarte”.
Por todo ello, el Santo
Padre ha dado las gracias a todos los consagrados que dedican sus vidas a los
“más pequeños”.
También ha dedicado una
reflexión a los sacerdotes. A ellos les ha pedido que no se cansen de perdonar.
Les ha invitado a pensar cuando están en el confesionario que tienen “un tesoro
en las manos que es la misericordia del Padre”.
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