Josué 1,9
¿Acaso no soy yo el que te ordeno que seas fuerte y valiente?
No temas ni te acobardes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera
que vayas».
Isaías 41, 10
No temas, porque yo estoy contigo, no te inquietes, porque yo
soy tu Dios; yo te fortalezco y te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.
Salmo 46, 2-3
Dios es nuestro refugio y fortaleza, una
ayuda siempre pronta en los peligros. Por eso no tememos, aunque la tierra se
conmueva y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar;
Jeremías 17,
7-8
Bendito el hombre que confía en el Señor y
en él tiene puesta su confianza! El es como un árbol plantado al borde de las
aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el
calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y
nunca deja de dar fruto.
Jeremías 17,14
¡Sáname, Señor, y quedaré sano, sálvame y estaré a salvo,
porque tú eres mi alabanza!
Mateo 11, 28-29
Vengan a mí todos los que están afligidos
y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí,
porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Santiago 1, 2-4
Hermanos, alégrense profundamente cuando
se vean sometidos a cualquier clase de pruebas, sabiendo que la fe, al ser
probada, produce la paciencia. Y la paciencia debe ir acompañada de obras
perfectas, a fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez, sin que
les falte nada.
Efesios 6, 10-11
Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con la fuerza
de su poder. Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las
insidias del demonio.
1 Pedro 5, 6-7
Humíllense bajo la mano poderosa de Dios,
para que él los eleve en el momento oportuno. Descarguen en él todas sus
inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes.
Filipenses 4, 7
Yo lo puedo todo en aquel que me conforta.
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