No os dejéis engañar por
doctrinas extrañas ni por cuentos viejos que no sirven para nada. Porque, si
hasta el presente seguimos viviendo según la ley judaica, confesamos no haber
recibido la gracia. En efecto, los santos profetas vivieron según Jesucristo.
Por eso, justamente fueron perseguidos, inspirados que fueron por su gracia
para convencer plenamente a los incrédulos de que hay un solo Dios, el cual se
habría de manifestar a sí mismo por medio de Jesucristo, su Hijo, que es su
Palabra que procedió del silencio, y que en todo agradó a aquel que lo había
enviado.
Ahora bien, si los que se habían criado en el antiguo orden de cosas vinieron a una nueva esperanza, no guardando ya el sábado, sino considerando el Domingo como el principio de su vida, pues en ese día amaneció también nuestra vida gracias al Señor y a su muerte, ¿cómo podremos nosotros vivir sin aquel a quien los mismos profetas, discípulos suyos ya en espíritu, esperaban como a su Maestro? Y, por eso, el mismo a quien justamente esperaban, una vez llegado, los resucitó de entre los muertos.
Ahora bien, si los que se habían criado en el antiguo orden de cosas vinieron a una nueva esperanza, no guardando ya el sábado, sino considerando el Domingo como el principio de su vida, pues en ese día amaneció también nuestra vida gracias al Señor y a su muerte, ¿cómo podremos nosotros vivir sin aquel a quien los mismos profetas, discípulos suyos ya en espíritu, esperaban como a su Maestro? Y, por eso, el mismo a quien justamente esperaban, una vez llegado, los resucitó de entre los muertos.
De la
carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Magnesios
(Caps. 6,1-9,2: Funk 1,195-199)
(Caps. 6,1-9,2: Funk 1,195-199)
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