viernes, 6 de marzo de 2015

UNIRSE A DIOS, ÚNICO BIEN VERDADERO



Donde está el corazón del hombre allí está también su tesoro; pues el Señor no suele negar la dádiva buena a los que se la han pedido. Y ya que el Señor es bueno, y mucho más bueno todavía para con los que le son fieles, abracémonos a él, estemos de su parte con toda nuestra alma, con todo el corazón, con todo el empuje de que seamos capaces, para que permanezcamos en su luz, contemplemos su gloria y disfrutemos de la gracia del deleite sobrenatural. [...]

Huyamos de aquí. Puedes huir en espíritu, aunque sigas retenido en tu cuerpo; puedes seguir estando aquí, y estar, al mismo tiempo, junto al Señor, si tu alma se adhiere a él, si andas tras sus huellas con tus pensamientos, si sigues sus caminos con la fe y no a base de apariencias, si te refugias en él, ya que él es refugio y fortaleza, como dice David: A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre.

Del tratado de san Ambrosio, obispo, sobre la huida del mundo
(Caps. 6, 36; 7, 44; 8, 45; 9, 52: CSEL 32,192.198-199. 204)
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