-“La fe sincera en Dios abre al otro,
genera diálogo y contribuye al bien, mientras que la violencia nace siempre de
una mistificación de la religión, tomada como pretexto para proyectos
ideológicos que tienen como único objetivo el dominio del hombre sobre el
hombre”.
-“El fundamentalismo religioso, antes
incluso de descartar a seres humanos perpetrando horrendas masacres, rechaza a
Dios, relegándolo a mero pretexto ideológico”.
-“Es necesaria una respuesta unánime
que, en el marco del derecho internacional, impida que se propague la
violencia, y reestablezca la concordia”.
-“Espero que los dirigentes religiosos y
políticos, especialmente musulmanes, condenen cualquier interpretación
fundamentalista y extremista de la religión que pretenda justificar actos de
violencia.
Queridos amigos, les ofrecemos algunos
fragmentos del discurso del Papa Francisco a los miembros del Cuerpo
Diplomático acreditado ante la Santa Sede. El Papa trató los principales
problemas que vive nuestro mundo:
“Una cultura que rechaza al otro, que
destruye los vínculos más íntimos y auténticos, acaba por deshacer y disgregar
toda la sociedad y generar violencia y muerte.
Lo podemos comprobar lamentablemente en
numerosos acontecimientos diarios, entre los cuales la trágica masacre que ha tenido
lugar en París estos últimos días. Los otros ya no se ven como seres de la
misma dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad, sino como objetos.
Y el ser humano libre se convierte en
esclavo, ya sea de las modas, del poder, del dinero, incluso a veces de formas
tergiversadas de religión. Las numerosas esclavitudes modernas nacen de un
corazón corrompido, incapaz de ver y de hacer el bien, de procurar la paz.
Desgraciadamente, Oriente Medio sufre
conflictos que se arrastran ya durante demasiado tiempo y cuyas manifestaciones
son escalofriantes también a causa de la propagación del terrorismo de carácter
fundamentalista en Siria e Irak.
Este fenómeno es consecuencia de la
cultura del descarte aplicada a Dios. De hecho, el fundamentalismo religioso,
antes incluso de descartar a seres humanos perpetrando horrendas masacres,
rechaza a Dios, relegándolo a mero pretexto ideológico.
Ante esta injusta agresión, que afecta
también a los cristianos y a otros grupos étnicos de la Región –los yazidíes,
por ejemplo–, es necesaria una respuesta unánime que, en el marco del derecho
internacional, impida que se propague la violencia, reestablezca la concordia y
sane las profundas heridas que han provocado los incesantes conflictos.
Con una carta enviada poco antes de la
Navidad, he querido manifestar personalmente mi cercanía y asegurar mi oración
a todas las comunidades cristianas de Oriente Medio, que dan un testimonio
valioso de fe y coraje, y tienen un papel fundamental como artífices de paz, de
reconciliación y de desarrollo en las sociedades civiles de las que forman
parte. Un Oriente Medio sin cristianos sería un Oriente Medio desfigurado y
mutilado.
A la vez que pido a la comunidad
internacional que no sea indiferente ante esta situación, espero que los dirigentes
religiosos, políticos e intelectuales, especialmente musulmanes, condenen
cualquier interpretación fundamentalista y extremista de la religión, que
pretenda justificar tales actos de violencia.
Una clara demostración de que la cultura
del encuentro es posible, la he experimentado durante mi visita a Albania, una
nación llena de jóvenes, que son esperanza de futuro. A pesar de las heridas de
su historia reciente, el país se caracteriza por «la convivencia pacífica y la
colaboración entre los que pertenecen a diversas religiones» , en un clima de
respeto y confianza recíproca entre católicos, ortodoxos y musulmanes.
Es un signo importante
de que la fe sincera en Dios abre al otro, genera diálogo y contribuye al bien,
mientras que la violencia nace siempre de una mistificación de la religión,
tomada como pretexto para proyectos ideológicos que tienen como único objetivo
el dominio del hombre sobre el hombre”.
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