domingo, 14 de diciembre de 2014

Tres valores de Santa Lucía. El Papa a la Unión Italiana de Ciegos

Queridos hermanos y hermanas,
les doy la bienvenida y les agradezco por este encuentro. Agradezco al Presidente, Dr. Mario Barbuto, las palabras con las que lo ha iniciado.
Hizo referencia a Santa Lucía, como patrona de las personas privadas de la vista. Esto no es descontado, porque su asociación es no confesional; sin embargo, ustedes han propuesto que nuestro encuentro suceda precisamente hoy, confirmando que la tradición conserva para ustedes un cierto significado.
Por eso me gustaría mencionar algunos valores humanos que la figura de Santa Lucía nos sugiere. Subrayo: valores humanos. Lucía los vivió de manera ejemplar gracias a su fe en Cristo, pero pueden ser compartidos por todos.
Primero que todo Lucía sugiere un valor que me parece muy importante también para ustedes: el coraje. Ella era una mujer joven, inerme, pero afrontó las torturas y la muerte violenta con gran valentía, un coraje que vino de Cristo resucitado, a quien estaba unida, y del Espíritu Santo, que vivía en ella.
Todos necesitamos coraje para afrontar las pruebas de la vida. En particular, las personas ciegas y con discapacidad visual tienen necesidad de él para no cerrarse, para no asumir una actitud de víctima, sino por el contrario abrirse a la realidad, a los demás, a la sociedad; para conocer y apreciar las capacidades que el Señor ha puesto en cada uno, en realidad en todos, ¡sin excepción! Pero para ello se necesita coraje, la fuerza de ánimo.
Otro valor se nos sugiere por Santa Lucía, es decir, el hecho de que ella no estaba sola, sino que era parte de una comunidad, era un miembro de un cuerpo del cual Cristo es la cabeza, piedra de un edificio del cual Cristo es el cimiento. También este aspecto se refleja en el plano humano. Ustedes son una asociación, y esto es un valor. Una asociación no es una suma de individuos, es mucho más. Hoy hay mucha necesidad de vivir con alegría y compromiso la dimensión asociativa, porque en este momento de la historia está “en caída”, no se siente con fuerza. Hacer grupo, ser solidarios, conocer, compartir experiencias, aunar recursos ... todo esto forma parte del patrimonio civil de un pueblo. Y a menudo las personas que conviven con discapacidades o desventajas pueden decir a todos, con su experiencia, que no somos “nómadas”, no estamos hechos para ser aislados, sino para relacionarnos, para completarnos, ayudarnos, acompañarnos, sostenernos unos a otros. La presencia de las personas discapacitadas provoca a todos a hacer comunidad, es más, a ser comunidad, a recibirnos mutuamente con nuestras limitaciones. ¡Porque todos tenemos capacidades, pero todos tenemos también límites!
Finalmente, Lucía nos dice que la vida está hecha para ser donada. Ella vivió esto en la forma extrema del martirio, pero el valor del don de sí mismo es universal: es el secreto de la verdadera felicidad. El hombre no se realiza plenamente en el poseer y ni siquiera en el hacer; se realiza en el amar, es decir, en el donarse. Y esto también se puede entender como el secreto del nombre “Lucía”: una persona es “luminosa” en la medida en que es un don para los demás. Y cada persona, en realidad, lo es, ¡es un regalo precioso!
Queridos amigos, vivir según estos valores también pueden comportar hoy incomprensiones, la fatiga de ir contracorriente; pero esto no es de extrañarse: el testimonio requiere siempre pagar personalmente. Las sociedades de hoy que apuntan sobre derechos “individualistas” corren el riesgo de olvidar la dimensión de la comunidad y aquella del don gratuito de sí mismo para los demás. Por eso todavía hay necesidad de luchar, con el ejemplo y la intercesión de Santa Lucía. Les deseo que lo hagan con coraje y con la alegría de hacerlo juntos.
¡Feliz Navidad para ustedes y para todos los socios!
Ahora le pido al Señor que bendiga a todos ustedes, sus familias, sus cosas. Los bendiga Dios Omnipotente.

(Traducción del italiano: Griselda Mutual, RV)

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