Queridos amigos, les ofrecemos la historia de
una santa y mártir poco conocida, Leocadia de Toledo.
En Occidente abundaron los martirios durante los
primeros años del siglo IV. Víctima de ellos fue también la doncella toledana
Leocadia. La blancura, representada por su nombre, de origen griego, coincidía
con su corta edad de adolescente, casi de niña. Un templo parroquial de Toledo a ella dedicado se eleva sobre el lugar
que se cree fue su casa paterna, mostrándose un subterráneo considerado como
lugar de oración de la santa niña.
Los calendarios mozárabes atestiguan desde muy
antiguo el culto de esta mártir, cuya prisión y muerte fue narrada en un relato
compuesto en el siglo VII. Según en él se nos dice, procedente de las Galias,
penetró en España el gobernador imperial Daciano, llegado para cortar a sangre y
fuego todo brote cristiano. Inició un recorrido por Gerona, Barcelona,
Zaragoza, Alcalá, Toledo, Avila y Mérida. Testimonio cruento de su paso fueron
los mártires Félix, Cucufate, Eulalia, los Innumerables de Zaragoza, los santos
hermanos Justo y Pastor, los también hermanos Vicente, Sabina y Cristeta y la
emeritense virgen Eulalia.
Desde Alcalá, Daciano se trasladó a Toledo. Muy
poco tardó en citar a su tribunal a la joven Leocadia, sometiéndola a un
interrogatorio. Al negarse ella a abandonar su fe en Cristo, mandó Daciano a
sus verdugos que atasen a la doncella y la encerrasen en una oscura cárcel,
mientras él se tomaba tiempo para excogitar las penas y tormentos a que había
de someterla para quebrantar su férrea voluntad.
Probablemente a causa del acabamiento por el
inhumano trato a que estaba sometida, santa Leocadia entregó su alma a Dios en
la misma cárcel el 9 de diciembre del 303 o del 304. Los textos litúrgicos
hispanos la califican de confesora y mártir.
Enterrada en el cementerio local, muy pronto surgió
en torno a su tumba un culto martirial, incrementado años después al ser
reconocida por Constantino la religión cristiana. Posiblemente en el mismo
siglo IV se erigió sobre el sepulcro una basílica. Los santos Eladio, Eugenio,
Ildefonso y Julián fueron en ella enterrados y allí también se celebraron tres
de los concilios toledanos.
De News .va
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