¡Consuelen, consuelen
a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su
tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de
la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados. Una voz proclama: ¡Preparen
en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro
Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y
colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos
los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor. Una voz
dice: "¡Proclama!". Y yo respondo: "¿Qué proclamaré?".
"Toda carne es hierba y toda su consistencia, como la flor de los campos:
la hierba se seca, la flor se marchita cuando sopla
sobre ella el aliento del Señor. Sí, el pueblo es la hierba. La hierba se seca,
la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para
siempre". Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a
Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén.
Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: "¡Aquí está su
Dios!". Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el
premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. Como un pastor,
él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los
corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz. -Libro de Isaías 40,1-11.ç
Fuente: Tengo Sed de Ti
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