Bendición
“El Señor te bendiga y
te proteja,
ilumine su rostro
sobre ti
y te conceda su favor;
el Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.
(Núm 6, 23-26)
Recepción de la Palabra
La bendición es sagrada y en ella
se transmite el deseo más trascendente: quedar protegidos bajo la mirada de
Dios. Los judíos, los obispos católicos y los ministros sagrados de otras
religiones, suelen poner sobre sus cabezas un signo de bendición, con el que se
sienten en presencia de Dios.
La bendición fue la razón por la
que Jacob se constituyó en padre de Israel, y por la que recibió la experiencia
divina, después del intenso combate que entabló durante toda la noche con el
mismo Dios.
La bendición consolidó el trono
de David, cuando tuvo la iniciativa de construir un templo para cobijar el arca
de la alianza.
Zacarías entona su cántico de
alabanza, porque Dios ha visitado y redimido a su pueblo, y lo bendice
agradecido.
Los pastores, testigos del
nacimiento de Jesús, se volvieron llenos de alegría bendiciendo y dando gloria
a Dios.
San Pablo bendice a Dios, Padre
de Nuestro Señor Jesucristo, porque nos ha bendecido en la persona de Cristo,
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Al inicio del nuevo año, acoge el
tesoro de la bendición divina, y responde agradecido como aquellos que
reconocieron la misericordia recibida del cielo.
Quien camina bajo la mirada de
Dios, en su presencia, ha encontrado la forma más plena posible de ser humano,
porque le personaliza el rostro divino, el reflejo de la mirada entrañable del
Creador, de quien con tan solo cruzarse con sus ojos, se percibe que se es
amado.
Que Dios te bendiga, te guarde,
vuelva su rostro sobre ti, y te conceda su favor y su paz, cada uno de los días
de este nuevo año, 2014.
Para ti y los tuyos: ¡Feliz Año
Nuevo! Y la bendición de Dios. Con la protección de Santa María, la mujer
bendita entre todas la mujeres.