sábado, 14 de octubre de 2017

Monseñor Marto: «Fátima es anuncio de misericordia para un mundo herido»



Este viernes se celebra el centenario de la sexta y última aparición de la Virgen en Cova de Iría y del milagro del sol. 200.000 peregrinos lo celebran en el santuario
El 13 de octubre de 1917 llovía en Cova de Iría. Entre 50.000 y 70.000 personas esperaban expectantes la última aparición de la Virgen, que había prometido a los pastorcitos Lucía, Francisco y Jacinta un milagro para que todos creyeran. Cuando llegó la Señora, las nubes se dispersaron y salió el sol. Mientras los niños videntes veían a María, a san José y al Niño Jesús, el astro rey bailó a la vista de todos.
Muchos, aterrorizados, pensaron que había llegado el fin del mundo. El incrédulo periodista Avelino da Almeida, corresponsal del periódico laicista O século, afirmó luego: «¡Yo lo he visto, yo lo he visto!».
Este viernes, son unos 200.000 fieles los que se han congregado en Fátima para el centenario de la última aparición. La homilía de la Misa, presidida por monseñor António Marto, obispo de Leiría-Fátima, giró en torno a tres ejes: «Fátima como reflejo de la luz y la belleza de Dios que nos invita a la fe y la adoración; Fátima como anuncio de misericordia para el mundo herido y Fátima como mensaje de paz».
La reina de la paz pide colaboración
Monseñor Marto presidió también el rosario y la Eucaristía del jueves por la noche en el santuario. «Hoy queremos confiar a la intercesión de la Virgen Madre, Nuestra Señora del Rosario de Fátima –afirmó–, nuestros anhelos más íntimos, las esperanzas y dolores de la humanidad herida, los problemas del mundo y, de modo particular, la grande causa de la paz entre los pueblos».
Subrayó que la Virgen se presentó, en Cova de Iría, como «madre de misericordia y reina de la paz, que acompaña los sufrimientos de sus hijos y les ofrece su Corazón Inmaculado como refugio y garantía de triunfo del amor en los dramas de la historia, y pide su colaboración con el rezo del rosario».
Más devoción a los pastorcitos
El Centenario de las apariciones comenzó el 27 de noviembre de 2016, y se prolongará hasta el 26 de noviembre de este año. Uno de sus momentos centrales fue la canonización de los beatos Francisco y Jacinta Marto, los dos pastores más jóvenes, primos de Lucía, que fallecieron en 1918 y 1919 respectivamente.
Papa que dispensara de la obtención de un milagro para la canonización de los pastorcitos, a lo que el Pontífice le pidió que se procurase seguir la vía normal. Finalmente, se obtuvo el milagro.
La canonización ha dado un nuevo protagonismo, dentro del conjunto de Fátima, a la devoción a los santos no mártires más jóvenes de la historia. «Hoy hay colas diarias para visitar sus tumbas», afirma el obispo en otra entrevista al periódico Voz de Fátima.
Cambio de registro
En la misma conversación, monseñor Marto ha explicado que en este centenario se buscaba «cambiar de registro de los simples aspectos devocionales» o el énfasis sobre los secretos «a la belleza del mensaje en su integridad». Este ha sido el eje central de un trabajo pastoral previo que ha durado siete años, y que ha conseguido demostrar que Fátima no es, como pensaban algunos, «una especie de subcultura».
Junto a esta visión «global y armónica» del mensaje, el Centenario ha servido para «profundizar en la dimensión mística de la vivencia de la fe, como los pastorcitos, que nos enseñan hoy a vivir la fe de forma más amorosa, transformadora de la vida». Y, por último, la dimensión profética del mensaje nos ayuda a «abrirnos a los problemas de hoy, sobre todo cuando el Papa Francisco habla de una tercera guerra mundial por partes y de los grandes problemas como los refugiados, los sintecho, los cristianos perseguidos…».
En este sentido, el obispo se muestra realista. «No vamos a conseguir mantener siempre este tono de fiesta», reconoce, aunque sí se compromete a «continuar promoviendo el estudio del mensaje y apostar por su divulgación». Recuerda que, siendo un conjunto de apariciones muy proféticas, «tiene una vocación histórico-universal, acompañando a cada generación» con un lenguaje renovado.
María Martínez López
Alfa y Omega

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