El eclipse solar total es “una gran experiencia común y genial”, asegura el director del Observatorio del Vaticano, el jesuita Guy Consolmagno. Él evoca en estos términos el evento astronómico que fue visible desde los Estados Unidos el 21 de agosto de 2017.
El astrónomo estadounidense vio el eclipse desde Hopkinsville, Kentucky. En una entrevista publicada el 18 de agosto por la revista TIME, destaca su dimensión espiritual: “Nos recuerda la inmensa belleza del universo que va más allá de nuestras preocupaciones insignificantes. Nos saca de nosotros mismos y nos recuerda que somos parte de un universo hermoso y glorioso”.
“Dios podría haber hecho el universo de manera diferente”, dice Consolmagno, entretanto asegura que Dios ha elegido crear un universo que sea racional para que podamos predecir estos eclipses con enorme precisión y al mismo tiempo que sean hermosos… de modo que además de la alegría por nuestros cálculos justos, hay alegría al ver la belleza “.
A quienes buscan el “sentido” del universo, el jesuita indica que “el sentido no es una respuesta a una pregunta”. Sino que “el sentido es buscar mejores preguntas. Hay tantas maneras diferentes de acercarse a la vida …. Comenzando con la propia tradición y preguntándose qué preguntas evoca en uno. Y meditando estas preguntas en el corazón”. En la Anunciación, recuerda Consolmagno, “María no escribió un libro de cristología. Ella meditaba en su corazón. Sucede que no nos tomamos el tiempo para reflexionar”.
El director de Observatorio vaticano, no invita a consideraciones científicas, sino más bien a “apreciar” el momento, y dice: “La gran ventaja de un eclipse es que todos pueden verlo. Uno no necesita un telescopio o una instrucción, uno no necesita una explicación. Todos los que están allí bajo la sombra de la luna experimentan el eclipse. Todos estamos bajo el mismo cielo”.
“Sentimos esto, seamos de derecha o los de izquierda, independientemente de quien hemos votado o al tipo de música que escuchamos”. El eclipse es “una gran experiencia común por la cual nadie paga y de la cual nadie puede apropiarse”. El hermano Consolmagno señaló que uno puede beneficiarse de esta experiencia incluso si las condiciones meteorológicas no son óptimas.
Evoca en este sentido el último eclipse total que observó, hace 18 años, cubierto por las nubes y la lluvia: “No vi el lado espectacular, pero de todos modos era un evento memorable. La sensación de oscuridad, frialdad, las reacciones de los pájaros y otros animales que de repente se confundían pensando que era de noche y el color angustioso de la luz que llegaba a través de las nubes. Todo esto es sin embargo ha sido una experiencia fascinante, incluso si uno no ve el mismo sol. Hay que apreciar todo este tipo de experiencias … uno puede sentir la diferencia de temperatura … y los animales o los pájaros”.
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 24 Ago. 2017)
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