Para que Andreas Muñoz (Madrid, 1990) interpretase a Ignacio de Loyola en la película dirigida por Paolo Dy, el joven actor pasó el casting representando el papel de un personaje sin nombre. No sabía más que era un hombre perfeccionista, vanidoso y que «se rompía». Cuando en enero de 2015 le confirmaron que el papel protagonista era para él y le desvelaron su nombre, Ignacio de Loyola, no salió de su ignorancia. Le sonaba pero no sabía nada de él.
Después de un intenso trabajo interpretativo que se estrenará en los cines en versión inglesa el próximo 27 de julio bajo el mismo nombre del santo, el joven actor ya no sólo conoce al fundador de la Compañía de Jesús, sino que se ha metido en su piel y le ha llevado a vivir «cosas alucinantes». «Esta película es la mejor manera de que la gente conozca a un hombre que ha cambiado el mundo», dice. «A mí me ha hecho creer en él y ver las cosas de otra manera».
Para salir de esa ignorancia buscó en internet. Poco le aportaba de su personaje, al menos no lo suficiente para «meterse» dentro de san Ignacio. Siguió explorando. Comenzó la ávida lectura de la autobiografía, El peregrino, un relato que le condujo hasta el interior de Ignacio de Loyola. Para encontrarse con su aspecto, sus gestos, su mirada escrudiñó cada cuadro, pintura, escultura e imagen. Estuvo en su casa de Loyola, en su habitación, y vio La Misión, Elúltimo Mohicano y otras películas. Y a medida que se adentraba él, iba descubriendo la calidad humana desde la que se transformó en santo. «Eran dos personajes y eso fue lo más duro para mí», explica: «Del soldado que únicamente pienso en mi gloria y en mi grandeza, al hombre que únicamente pienso en el otro, capaz de pedir limosna para los demás». Del primero la documentación es muy escasa y del segundo, bebió paso a paso de toda la bibliografía. Eso sí, tratando siempre de no contaminar el carácter del primero con la sabiduría del segundo. «Cuando terminé la interpretación de los primeros años, comencé a leer los Ejercicios Espirituales».
De gran ayuda fue también el guión, explica, porque narra muy bien ese proceso de transformación. Previamente el director le ofreció una clave al actor: «El principio, cuando es el soldado, es el fuego; la parte del peregrino es el agua». Una máxima que integró. «Sinceramente es un personaje bastante radical que pasa de ser un soldado a despojarse de todas sus ropas y comenzar su vida como peregrino. ¡Un soldado noble!» Impactado e interpelado por este personaje histórico compara su recorrido vital con un personaje actual: «Es como si el rey se marchara y dijera adiós para peregrinar y dejarlo todo». Pedía limosna para los demás y no comía porque lo que le daban él lo daba para los más necesitados y enfermos. Y eso, eso es difícil de entender ahora hasta ese punto. «Nada para mí y todo para el otro, cuando él era todo lo contrario, mi gloria y mi grandeza. Del mí pasó al vosotros».
No ha pasado mucho tiempo desde el casting y ahora ve cumplido el sueño del estreno de la película, con todo Andreas todavía vive en esa piel de san Ignacio porque lo conoce por dentro y fuera. Y con él convive. «Después de este trabajo no me he planteado meterme jesuita, pero sí me dan ganas de hacer más papeles de jesuitas». La admiración y el respeto por el mismo san Ignacio y por quienes le siguen es parte de su aprendizaje.
La película Ignacio de Loyola: soldado, pecador, santo se estrena en España el 16 de junio en más de 100 salas de cine.
Loyola Grupo de Comunicación
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