sábado, 27 de mayo de 2017

El obispo de Marawi confía en poder negociar la liberación de los católicos secuestrados




«Es demasiado pronto para enviar ayuda humanitaria. Todavía hay hombres armados por la calle, y tiroteos esporádicos», ha explicado a través del portavoz de la Conferencia Episcopal Filipina el obispo de Marawi, la ciudad filipina tomada el martes por un grupo cercano al Estado Islámico
La Iglesia en Filipinas confía en alcanzar una salida satisfactoria al secuestro del sacerdote Teresito Suganob, vicario general de la prelatura de Marawi, y de los otros 14 fieles que fueron apresados por islamistas el martes en esta ciudad de la isla de Mindanao.
Este jueves, el portavoz de la Conferencia Episcopal Filipina, Melo Acuna, explicó a Alfa y Omega que acababa de hablar con monseñor Edwin Angot de la Peña, responsable de la prelatura de Marawi. «Nos ha dicho que están esperanzados de que el padre Suganob y los demás estén seguros. Ya se ha puesto en contacto con personas que pueden actuar de intermediarios para lograr la inmediata liberación de los rehenes».
En cuanto a la ciudad de Marawi, que el martes fue tomada por militantes de Maute, una organización cercana al Daesh, «monseñor Angot añade que todavía hay hombres armados y que hay tiroteos esporádicos entre los Maute y las tropas del Gobierno», a pesar de que el ejército aseguró el miércoles que había recuperado el control de la ciudad. Por ello, «es demasiado pronto para enviar ayuda».
Ley marcial, pero con respeto a los derechos humanos
Los enfrentamientos comenzaron cuando miembros de los cuerpos de seguridad intentaron detener a Isnilon Hapilon, del grupo terrorista Abu Sayyaf, que presuntamente estaba en la ciudad para reunirse con miembros de Maute. En los enfrentamientos, han muerto 13 terroristas y ocho miembros de los cuerpos de seguridad. Todavía no hay un balance de víctimas civiles. En los dos últimos días, miles de personas han abandonado la ciudad, que tiene unos 200.000 habitantes.
Al estallar la lucha, el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, implantó la ley marcial en la isla de Mindanao, de mayoría musulmana. Monseñor Martin Jumoad, obispo de Ozamiz, apoyó esta decisión, que ha recibido críticas de varios grupos. Pero agregó que su apoyo está sujeto a que «se establezca un mecanismo para que no se violen los derechos humanos».
El cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, ha enviado un mensaje al pueblo de Marawi: «No sabemos qué deciros. No hay palabras para expresar nuestro shock, confusión y tristeza. Lloramos por vosotros, por todos los filipinos y por todas las vidas arruinadas por la violencia. Apoyo el deseo de luchar por la paz».
María Martínez
Alfa y Omega

No hay comentarios:

Publicar un comentario