Francia recuerda a los mártires contemporáneos en su visita a la basílica de San Bartolomé y denuncia la «crueldad» hacia los inmigrantes en una Europa que se encamina hacia el «suicidio» demográfico
El Papa ha recordado este sábado a la mujer de un refugiado asesinada por su fe cristiana a manos de terroristas y denunció la situación de los inmigrantes, en una Misa por los mártires de las «locas ideologías» de las últimas décadas.
Fue durante su visita este sábado a la basílica romana de San Bartolomé, en un isla en el río Tíber, que desde 2002, por deseo de san Juan Pablo II, recuerda a los mártires contemporáneos, entre ellos muchos cristianos asesinados durante la Guerra Civil española o a manos de los regímenes n«Mi mujer no quiso tirar la cruz y la degollaron»
Francisco dejó de lado la homilía escrita y habló de sus vivencias personales a partir de su viaje a la isla griega de Lesbos en abril de 2016. Allí –contó– conoció a un musulmán de unos treinta años y con tres hijos, quien le relató cómo los terroristas habían degollado a su mujer, cristiana, por no renunciar a su fe en Cristo. «Me miró y me dijo: “Padre yo soy musulmán, mi mujer era cristiana, y a nuestro país llegaron los terroristas. Nos preguntaron por la religión. Vieron el crucifijo y le pidieron que lo tirara. Ella no quiso y la degollaron delante de mí”».
«Aquel hombre «no tenía rencor» –prosiguió el Papa– y, como musulmán, «tenía esa cruz de dolor que llevaba adelante sin rencor», refugiado «en el amor de su mujer».
Con tono apesadumbrado, el Obispo de Roma reconoció que desconoce si el hombre y sus hijos siguen en aquel campamento de refugiados griegos que visitó junto al patriarca Bartolomé, de Constantinopla, o si, por el contrario, «fue capaz de salir de ese campo de concentración».
De este modo el Pontífice lanzó una dura crítica a la acogida a los refugiados que huyen de la guerra o la pobreza. «Los campos de refugiados –dijo–, muchos son de concentración por la cantidad de gente que son dejados allí. Los pueblos generosos que los acogen deben llevar adelante ese peso. Los acuerdos internacionales parecen más importantes que los derechos humanos», denunció el Papa, en alusión al arreglo de la Unión Europea con Turquía para que esta se haga cargo de retener a los refugiados que intentan llegar a Europa.
«Una civilización que no hace hijos»
No se quedó ahí el Papa, que criticó también la política de cierre de fronteras a inmigrantes y refugiados. A ella se refirió como una «crueldad» hacia los migrantes además de un «suicidio» para las sociedades con bajo nivel de natalidad, «que no hacen hijos».
«Es verdad –abundó–, nosotros somos una civilización que no hace hijos, pero cerramos la puerta a los inmigrantes. Esto se llama suicidio. Recemos», dijo.
Si en Italia simplemente «se acogiera a dos refugiados por cada municipio, habría lugar para todos», prosiguió. Y pidió que esa «generosidad» que está mostrando el sur –Grecia e Italia– pueda «contagiar un poco al norte» del continente.
Efe / Alfa y Omega
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