Resonará una voz este Viernes Santo en el recorrido del Vía Crucis papal en el Coliseo, y aunque emane de la boca de Francisco será la voz de una mujer. La biblista francesa Anne-Marie Pelletier ha dedicado las meditaciones que le han sido confiadas no tanto a la condena del "reino del mal que conocemos demasiado bien", sino al encomio de "la victoria del amor", y a "la alegría del Evangelio" que se culmina en el Gólgota.
"La hora ha llegado. El caminar de Jesús por los caminos polvorientos de Galilea y Judea al encuentro de los que sufren en su cuerpo y en su corazón, empujado por la urgencia de anunciar el Reino, ese caminar suyo termina hoy, aquí. En la colina del Gólgota". Con estas palabras inician las Meditaciones para el Vía Crucis que serán leídas este próximo 14 de abril, Viernes Santo, en la tradicional ceremonia que preside el pontífice, y que este año han sido escritas por Pelletier, docente de Sagrada Escritura y Hermenéutica bíblica, de la Facultad de Notre Dame de París.
Por primera vez en el pontificado de Francisco, será una mujer quien escriba las Meditaciones del Vía Crucis. La elección de la biblista francesa, confirma la atención del Papa Francisco hacia el mundo femenino, que como muchas veces él mismo lo ha subrayado: "dar espacio a las mujeres, hace bien a la Iglesia". La profesora Pelletier es una persona que ha destacado en el catolicismo francés contemporáneo y que en el 2014 recibió el premio Ratzinger.
Pelletier es la cuarta mujer que prepara las Meditaciones del Vía Crucis de los Papas en el Coliseo. La última que había escrito las Meditaciones fue Sor María Rita Piccione, Presidente de la Fundación de Monjas Agustinas, en el 2011 con el Papa Benedicto XVI. Mientras que en el Pontificado de San Juan Pablo II, las meditaciones del año 1993 fueron escritas por Sor Anna María Canopi, Abadesa de la abasia benedictina "Mater Ecclesiae", y en 1995 por la Hermana Minke de Vries, Monja de la Comunidad protestante de Grandchamp (Suiza).
Las Meditaciones buscan introducir y crear un clima de silencio, en el cual "la verdad del escándalo de la Cruz" pueda difundirse para cada uno de nosotros.
Escribe la biblista: "Hoy la cruz cierra el camino. Jesús no irá más allá. Imposible andar más allá. Porque el amor de Dios alcanza aquí -en el Gólgota- su medida más alta, sin medida. Hoy, el amor del Padre, que quiere que todos los hombres se salven a través del Hijo llega hasta el extremo, allí donde nosotros no tenemos ya palabras, donde estamos desorientados, donde la grandeza del plan de Dios supera nuestra religiosidad".
"En el Gólgota, aunque parezca lo contrario, se trata de vida. Y de gracia. Y de paz. Se trata, no del reino del mal que conocemos demasiado bien, sino de la victoria del amor", puntualiza la profesora Pelletier. Y precisamente bajo esa cruz, se trata de nuestro mundo, con todas sus caídas y dolores, sus demandas y sus rebeliones, todo lo que hoy clama a Dios desde las tierras de miseria o de guerra, en las familias desgarradas, en las cárceles, en las embarcaciones sobrecargadas de emigrantes. Recorriendo la esperanza de Israel es que se descubre el significado y la fuerza de lo que sucede en la Pasión de Cristo. En las Meditaciones se aprecia la intención de la autora de presentar la vida del mundo contemporáneo, con todas sus tragedias y expectativas.
"Debemos tener el valor de decir que la alegría del Evangelio es la verdad de ese momento", afirma la biblista. "Si no llegamos a entender esa verdad entonces quedaremos atrapados en las redes del sufrimiento y de la muerte. Y la Pasión de Cristo no dará fruto en nosotros".
(C. Doody/RV)
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