El Papa pide jóvenes inconformistas, pero no adanistas, de los que piensan y actúan como si el mundo hubiera empezado a girar ayer
La juventud es –o debería ser– una época de grandes ideales. A ellos apela Francisco para establecer nuevos puentes de comunicación con los jóvenes, animándolos a «movilizarse por las grandes causas del mundo». El Vídeo del Papa de abril se dirige a los chicos y chicas retándolos a no conformarse con los sucedáneos que a menudo les ofrece «la moda del momento».
Lo que se necesitan son jóvenes inconformistas, lo cual es un reto también para la Iglesia, que debe aprender a escuchar sus esperanzas, preocupaciones e incluso reproches, más que ver en ellos una amenaza a la tranquilidad del orden establecido. De la sinceridad con que se trabaje este punto dependerá en gran medida el éxito de la misión, urgente de modo especial en Europa. El Viejo Continente asiste al envejecimiento de la población y al descenso de las vocaciones al matrimonio y a la vida sacerdotal y religiosa, como resultado de estilos de vida alejados de las propuestas del Evangelio. Los jóvenes van a ser cada vez menos y la Iglesia no puede permitirse el lujo de perderlos.
El Papa pide jóvenes inconformistas, pero no adanistas, de los que piensan y actúan como si el mundo hubiera empezado a girar ayer. Francisco les invita a cultivar cierto sentido histórico, a tomar conciencia de sus raíces, para desde el apego a la tradición –que no es tradicionalismo, aclara– «lanzarse con fidelidad creativa a la construcción de tiempos nuevos». Es todo un método de discernimiento lo que el Papa plantea en su mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud, que el Domingo de Ramos se celebra en las diócesis con el horizonte de la JMJ de 2019 en Panamá y del Sínodo que, en 2018, estará dedicado a los jóvenes.
Entre las propuestas del mensaje está escuchar y aprender de los ancianos, o adoptar rutinas como un examen de la propia vida al final de cada día mediante la reflexión y la oración. Todo lo cual introduce al joven en el arte de tomarse su existencia en serio. Solo entonces estará en condiciones de responder a la vocación a la que Dios le llama. Eso es, en definitiva, discernir. Enseñar a hacerlo es el gran objetivo de toda pastoral juvenil y vocacional.
Alfa y Omega
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