"Yo no os digo que vayáis los unos a los otros a lavaros los pies, sería una locura. Sí os diré que si podéis hacer una ayuda, un servicio, a vuestros compañeros en la cárcel, hacédselo. Porque eso es amor, es como lavar los pies. Ser siervo de otros". El Papa Francisco fue, una vez más, el párroco de los más pobres de entre los pobres, durante la celebración de los Oficios del Jueves Santo en la cárcel de Paliano.
En una ceremonia que en principio se anunció privada, aunque posteriormente fue retransmitida en diferido por Radio Vaticana, Bergoglio realizó la liturgia del lavado de los pies a 12 presos (diez italianos, un argentino y un albanés). Tres de ellos eran mujeres, y uno un musulmán convertido al catolicismo el pasado año.
En su homilía, el Papa recordó cómo Jesús "amó hasta el final" a los suyos, porque "Dios ama así, da la vida por cada uno de nosotros, y quiere esto". Y no es fácil, reconoció, porque somos todos pecadores, tenemos límites defectos, no sabemos amar, "no somos como Dios que ama sin mirar las consecuencias y hasta el final".
"Él, que era el jefe, que era Dios, le lava los pies a los discípulos", recordó el Papa. Se trató, entonces y ahora, de un gesto, "pero esto sólo lo hacían los esclavos. Jesús le da la vuelta y lo hace él. Porque él vino al mundo para servir, para hacerse esclavo por nosotros, para amar hasta el final".
En sus palabras a los presos, Francisco recordó que, al entrar a la cárcel, algunos reclusos comentaban que él era "el jefe de la Iglesia". "No bromeemos, el jefe de la Iglesia es Jesús. Yo quiero hacer lo mismo que él hace", señaló, antes de proceder al rito del lavatorio de pies.
Francisco recordó que "una vez los discípulos discutían sobre quien era el más importante. Y Jesús les dijo: el que quiera ser el más importante tiene que volverse el servidor de todos". "Es lo que hace Dios con nosotros" reiteró, porque "él nos ama".
Bergoglio concluyó su homilía señalando que "no es una ceremonia folclórica, es un gesto para recordar lo que nos ha dado Jesús". Y que "después tomó el pan y nos dio su cuerpo, tomó el vino y nos dio su sangre", porque "así es el amor de Dios", dijo. "Pensemos solamente al amor de Dios".
Durante la visita, los presos prepararon algunos platos típicos e incluso pintaron la fuente central del patio de la cárcel con los colores amarillo y blanco del Vaticano. Bergoglio aprovechó para visitar a algunos enfermos de tuberculosis y a dos personas en régimen de aislamiento."Entrando en la cárcel de Paliano el Papa ha entrado en todas las cárceles del mundo", señaló Don Marcos, el párroco de otra prisión, al comentar la visita.
Posteriormente, Francisco visitó al papa emérito Benedicto XVI, que reside en el monasterio Mater Ecclesiae, dentro del Vaticano. Como cada año -informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede- Francisco le visita para llevarle los saludos de Pascua, si bien este año ha tenido un doble carácter celebrativo, pues el próximo domingo 16 de abril, el papa emérito cumplirá 90 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario