Nuestra fe es concreta y rechaza sea compromisos que idealizaciones. Lo indicó el papa Francisco este lunes al retomar las misas matutinas en la capilla de la Casa Santa Marta, a la cual participaron también los purpurados del Consejo de Cardenales que desde hoy se reúnen tres días con el Santo Padre.
La homilía parte del encuentro de Nicodemo con Jesús y del testimonio de Pedro y Juan después de la curación de un inválido, narrados en las lecturas del día.
Jesús, indica el Papa, le explica a Nicodemo con amor y paciencia que es necesario “nacer desde lo alto”, “nacer del Espíritu”, y por lo tanto cambiar de mentalidad.
Subrayó también la primera lectura de los Actos de los Apóstoles, donde Pedro y Juan después de sanar a un inválido “responden con simplicidad” cuando les intiman a no predicar más. Pedro responde: “No, no podemos callar lo que hemos visto y escuchado. Y proseguiremos así”.
Esto, aseguro el Pontífice, es “un hecho concreto” es lo “concreto de la fe “respecto a los doctores que “quieren entrar en negociados para llegar a compromisos”.
A veces nos olvidamos que nuestra fe es concreta: El Verbo se hizo carne y no idea. Lo concreto de la fe lleva a ser “francos”, al “testimonio hasta el martirio”.
Para estos Doctores de la Ley, el Verbo “no se ha hecho carne: se ha hecho ley y se debe hacer esto hasta acá y no más allá”. Y así se quedaban “enjaulados en esta mentalidad racionalista, que ha terminado con ellos, ¡eh!” Porque en la historia de la Iglesia ella ha condenado el racionalismo, el Iluminismo, aunque tantas otras veces ha caído en una teología del ‘se puede y no se puede’, ‘hasta aquí, hasta allá’, y olvidando la fuerza, la libertad del Espíritu, este renacer del Espíritu que da la libertad, la franqueza de la predicación y el anuncio de que Jesucristo es el Señor”.
“Pidamos al Señor –concluyó el Papa en su homilía– tener esta experiencia del Espíritu que va y viene y nos lleva adelante, del Espíritu que nos da la unción de la fe, la unción de las cosas concretas de la fe”.
Porque, dijo al terminar su predicación: “‘el viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es para quien ha nacido del Espíritu’: siente la voz, sigue el viento, sigue la voz del Espíritu sin saber dónde terminará. Porque ha hecho una opción por lo concreto de la fe y el renacimiento en el Espíritu”.
“Que el Señor nos dé a todos nosotros –concluyó el Sucesor de Pedro– este Espíritu pascual, de ir por los caminos del Espíritu sin compromisos, sin rigideces, con la libertad de anunciar a Jesucristo como Él ha venido: en la carne”.
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