miércoles, 29 de marzo de 2017

COMENTARIO AL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (5,17-30) POR SAN JUAN PABLO II





“Jesucristo, que es Hijo del hombre, es al mismo tiempo verdadero Dios porque tiene el poder divino de juzgar las obras y las conciencias humanas, y este poder es definitivo y universal. 

Él mismo explica por qué precisamente tiene este poder diciendo: «El Padre no juzga a nadie, sino que ha entregado al Hijo todo su poder de juzgar. Para que todos honren al Hijo como honran al Padre» (Jn 5, 22-23).

Jesús vincula este poder a la facultad de dar la Vida. «Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo a los que quiere les da la vida» (Jn 5, 21). «Así como el Padre tiene la vida en sí mismo, así dio también al Hijo tener vida en sí mismo, y le dio poder de juzgar, por cuanto Él es el Hijo del hombre». 

Por tanto, según esta afirmación de Jesús, el poder divino de juzgar ha sido vinculado a la misión de Cristo como Salvador, como Redentor del mundo. Y el mismo juzgar pertenece a la obra de la salvación, al orden de la salvación: es un acto salvífico definitivo. En efecto, el fin del juicio es la participación plena en la Vida divina como último don hecho al hombre: el cumplimiento definitivo de su vocación eterna... Jesús dice claramente que «los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre» (Mt 13, 43), pero anuncia también no menos claramente el rechazo de los que han obrado la iniquidad (cf. Mt 7, 23).

Así, pues, del Evangelio aprendemos esta verdad —que es una de las verdades fundamentales de fe—, es decir, que Dios es juez de todos los hombres de modo definitivo y universal y que este poder lo ha entregado el Padre al Hijo en estrecha relación con su misión de salvación. Lo atestiguan de modo muy elocuente las palabras que Jesús pronunció durante el coloquio nocturno con Nicodemo: «Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino para que el mundo sea salvado por Él» (Jn 3, 17)... 

El poder divino de juzgar está conectado con la voluntad salvífica de Dios que se manifiesta en la entera misión de Cristo. Sin duda Cristo es y se presenta sobre todo como Salvador. No considera su misión juzgar a los hombres según principios solamente humanos (cf. Jn 8, 15). Él es, ante todo, el que enseña el camino de la salvación y no el acusador de los culpables. 

... ¿En qué consiste, pues, el juicio? Jesús responde: «El juicio consiste en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas» (Jn 3, 19). Por tanto, hay que decir que ante esta Luz que es Dios revelado en Cristo, ante tal Verdad, en cierto sentido, las mismas obras juzgan a cada uno. 

...Por desgracia... el hombre ha sido ya condenado, cuando rechaza la posibilidad que se le ofrece: «el que cree en Él no es juzgado; el que no cree, ya está juzgado» (Jn 3, 18). No creer quiere decir precisamente: rechazar la salvación ofrecida al hombre en Cristo..

... Dios juzga porque ama y en vistas al amor. El juicio que el Padre confía a Cristo es según la medida del amor del Padre y de nuestra libertad.

(San Juan Pablo II, catequesis del 30 de septiembre de 1987)

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