Francisco ha recibido a los 60 integrantes de la revista jesuita La Civiltà Cattolica con motivo de la publicación de su número 4.000. En el próximo número, se publicarán unas respuestas del Papa a los superiores religiosos en las que les pide que le ayuden a combatir la mundanidad y el clericalismo en la Iglesia
«¡Permanezcan en mar abierto! El católico no debe tener miedo del mar abierto, no debe buscar reparo en puertos seguros. Ustedes como jesuitas eviten aferrarse a certezas y seguridades»: fue la invitación que dirigió el Papa Francisco a los a 60 integrantes de la revista jesuita La Civiltà Cattolica, recibidos en audiencia, en la mañana de este 9 de febrero, en ocasión del número 4.000 de esta revista quincenal que cuenta con 167 años de historia.
El Papa les recordó que en su navegación van «en la barca de Pedro». «Este vínculo al Pontífice es, desde siempre, una característica esencial de vuestra revista», encargada por Pío IX a la Compañía de Jesús para estar «al servicio directo de la Sede Apostólica». Y exclamó: «¡Rememos al servicio de la Iglesia, rememos juntos! Es este el vínculo entre ustedes y yo». En este sentido, el Pontífice les agradeció que «siempre han acompañado cada pasaje fundamental de mi Pontificado» con la publicación de las Encíclicas y Exhortaciones Apostólicas, «dando siempre una fiel interpretación».
La misión de La Civiltà Cattolica es ser católica, sin ser «de sacristía»: «Una revista es verdaderamente católica solo si posee la mirada de Cristo sobre el mundo y lo transmite y da testimonio». Por eso, recordando la felicitación que les ha enviado con motivo del número 4.000, ha explicado que debería ser «al mismo tiempo puente y frontera».
Inquietos, incompletos e imaginativos
Para seguir adelante y profundizar sobre el «diseño constitucional» de la revista, el Vicario de Cristo usó tres palabras: la «inquietud», que ayuda a no ser estériles, con la certeza de la fe que debe ser el motor de la investigación; el ser «incompletos» porque deben ser escritores de pensamiento abierto, incompleto; y finalmente, «imaginación» porque «el pensamiento rígido no es divino» y «la sabiduría del discernimiento rescata la necesaria ambigüedad de la vida».
«El pensamiento de la Iglesia –prosiguió– debe recuperar genialidad y entender cada vez mejor cómo el hombre se comprende hoy para desarrollar y profundizar su propia enseñanza».
Edición en español
Esta celebración de la veterana publicación católica coincide con el lanzamiento de sus versiones en español, inglés, francés y coreano. Y también con la publicación, en su próximo número, de las respuestas del Santo Padre a las preguntas de varios superiores de órdenes y congregaciones religiosas en un encuentro celebrado el 25 de noviembre.
En su respuestas, adelantadas este jueves por Corriere della Sera, Francisco admite que en el Vaticano «hay corrupción» y una «atmósfera mundana y principesca» que no afecta solo a los cardenales –llamados príncipes de la Iglesia–. «Basta ser clericales». Los religiosos –añadió– «tienen que contribuir a destruir este ambiente nefasto», que es «lo peor en la organización de la Iglesia».
A pesar de todo ello, el Pontífice subrayó que vive «en paz». Cuando hay un problema –contó– se lo encomienda a san José, cuya imagen durmiente tiene en su habitación. «Yo duermo bien. Duermo seis horas y rezo. Esta paz es un regalo del Señor» que recibió al ser elegido Papa.
Las críticas «hacen bien»
También le ayuda un poco de «pasotismo», aunque ¬–subrayó– «nunca lavarse las manos» como Poncio Pilato, que tiene muchos imitadores en la Iglesia. «Un superior que se lava las manos no es padre y no ayuda», insistió. En este sentido, tampoco le molestan las críticas, que «hacen bien» si «sirven para crecer».
Sobre los abusos sexuales por parte de sacerdotes y religiosos a menores y la pederastia, el Papa subraya que esta «es una enfermedad» y, «en el caso de que estén implicados curas o religiosos, está calro que está presente el diablo, que destroza la obra de Jesús a través de quien la tendría que anunciar».
Por eso, pide que se preste atención a verificar la madurez afectiva de los candidatos a la vida sacerdotal o religiosa, y que en el caso de que hayan sido rechazados por otra institución, se averigüe con profundidad el porqué.
El adelanto de la conversación en el Corriere della Sera incluye, además, una reflexión del Pontífice sobre las penitencias físicas, como el cilicio. «Cuando entré en el noviciado de los jesuitas, me dieron el cilicio. Esta bien el cilicio, pero atención: no tiene que ayudarme a demostrar que soy bueno y fuerte. La verdadera ascesis tiene que hacerme más libre».
Agencias
Alfa y Omega
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