El Vall d’Hebron acaba de implantar un sistema para que cualquier paciente que necesite atención espiritual la reciba con la mayor agilidad posible
El Vall d’Hebron es el mayor hospital de Cataluña. Es fácil perderse en sus cuatro edificios, que superan las 1.100 camas. Pero cuando ingrese un paciente que haya estado en el Josep Trueta o el Santa Caterina, de Gerona, y haya recibido en ellos atención espiritual, no tardará en visitarle alguien del servicio religioso, incluso si por cualquier motivo no ha podido pedirlo. Es una de las ventajas de Flama (Llama en catalán), un programa informático que podría llegar a cada hospital del Instituto Catalán de Salud.
Todo comenzó en 2009, en el Josep Trueta. «Al gerente –explica el capellán Sebastià Aupí– le preocupaba que en el futuro surgieran conflictos» por sus visitas a las habitaciones. «Buscando alternativas, descubrí que los trabajadores sociales del centro tenían un programa» para seguir a los pacientes que atendían. Cuando hacía falta, se marcaba en la base de datos del hospital. Sus datos pasaban al programa, y este avisaba a los trabajadores. ¿Por qué no hacer lo mismo con el servicio religioso? La dirección dio el visto bueno, «y la asesoría jurídica nos prestó todo su apoyo» para hacerlo respetando la ley de protección de datos.
Ahora, el equipo de atención religiosa del Trueta ya no va habitación por habitación, pero el servicio se anuncia en todo el centro. «Tenemos la seguridad de que si cualquier paciente» lo pide, «su demanda va a ser atendida. También los médicos y enfermeras, si ven que un paciente tiene un rosario o una imagen religiosa, lo ofrecen. En las situaciones de final de vida, casi siempre son ellos los que proponen avisarnos».
En octubre de 2015, cuando solo funcionaba en un hospital, Flama fue una de las iniciativas que se presentaron en el simpósium Claves para una pastoral evangelizadora en los hospitales, organizado por el Departamento de Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal Española para buscar formas de renovar la atención religiosa en los hospitales. Esta apuesta continuará los días 23 y 24 de febrero, en las Jornadas Nacionales de Servicios Religiosos Hospitalarios.
«Un soplo de aire fresco»
Ahora, el programa funciona también en el Santa Caterina, y pronto llegará a otros dos hospitales de Gerona. Con todo, el gran salto ha sido su llegada al Vall d’Hebron, hace un mes. El padre Juan Carlos Izquierdo, uno de sus cuatro capellanes, explica que al descubrirlo pensaron que podía simplificar su labor. «La providencia hizo que en Gerencia también lo conocieran» y recibieran bien la propuesta. «Es un soplo de aire fresco. Agiliza el registro» y seguimiento de los pacientes, con datos como la última visita o qué atención solicitan: católica, de otras confesión –ellos buscan a un clérigo–, o espiritual no religiosa –ayuda para responder a «las preguntas que surgen en la enfermedad, resolver cuestiones pendientes…»–.
Después del Vall d’Hebron, será el turno de otro de los principales centros hospitalarios de Cataluña, el Bellvitge, con 550 camas. En el futuro, el sistema podría llegar a todos los hospitales de Cataluña, si los obispos de las ocho diócesis restantes –además de Barcelona y Gerona– y los responsables sanitarios dan el visto bueno.
El padre Aupí subraya que, detrás de la herramienta informática, hay una metodología que hace que su equipo sea «un servicio más del Trueta». Así lo atestigua Carmen Majó, enfermera de la UCI y miembro del Comité de Ética del hospital: «Las enfermeras o los médicos pedimos su apoyo cuando algún enfermo o su familia tienen necesidades espirituales o psicológicas».
Aprobado de las enfermeras
En su hospital, se da el caso de que la misma atención psicológica del centro la llevan, sin mezclar ámbitos, dos psicólogas laicas del equipo de atención religiosa. Esta atención es una de las cuestiones que se tratan al compartir información en los cambios de turno. «Las enfermeras lo valoramos muy positivamente. Aquí todo va muy deprisa, y nosotros no podemos dar el apoyo que hace falta. Ellos tienen la disponibilidad de venir, hablar un rato largo o incluso quedar para otro día», y así «los enfermos se sienten más arropados».
También en el Vall d’Hebron la comunicación es buena, y los profesionales saben que cuentan con el servicio religioso para cubrir las necesidades espirituales de los pacientes. «Hace poco –cuenta Ramón, laico coordinador del equipo–, nos juntamos uno del equipo y los médicos con la familia de un chico que estaba en situación terminal en la UCI», para informarles y «acompañarlos» en ese momento; unos ofrecían información, y los otros ayudaban a asimilarla.
Profesionalidad y formación
Para Aupí, una de las razones de la buena relación con el personal de su hospital es la profesionalidad que da a su equipo el hecho de que «todos hemos hecho una formación específica. Esto es importante, porque a veces vamos un poco cojos». Además de Teología –explica–, hay que saber algo de Psicología para manejar situaciones complejas que se pueden encontrar. «Es muy importante la escucha, y también manejar bien la misericordia, la culpa, el dolor…».
La formación es, precisamente, una de las grandes apuestas del Departamento de Pastoral de la Salud de la CEE para los próximos años. En 2015, se decidió preparar un itinerario básico común, que pudiera llegar a ser similar a la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA) de los profesores de Religión, y que se pudiera estudiar en cada diócesis. «Ya hemos diseñado todo el currículum, con sus tiempos, y también una variante para hacer a distancia», explica Jesús Martínez Carracedo, director del departamento. Aún ve lejana su implantación, pero celebra que delegaciones de Pastoral de la Salud como la de Madrid o la de Zaragoza «no hayan esperado a que se haga realidad» para incluir algunos de sus elementos en sus escuelas de Pastoral de la Salud.
María Martínez López
Alfa y Omega
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