Es en tu debilidad, en tu pobreza, donde se va a desarrollar tu felicidad. Si le dejas entrar, Cristo será fuerte en ti
Hace tiempo conocí a un chico que, en un bar, en un momento de calentón, golpeó a otro con un vaso en la cara. La Policía le llevó al calabozo. Al entrar le quitaron todo: las gafas, el reloj, la alianza… se quedó sin nada. En ese momento de debilidad total tenía dos caminos: desesperarse, o dar la mano a Dios y confiar. Este chico optó por dar la mano a Cristo, y rezó. Entonces la paz entró en su corazón, empezó a ver a sus compañeros y comenzó a preguntarles. Pronto vio a un joven que estaba muy asustado y con mucho frío. Se quitó la chaqueta y se la dio. Dejó a Cristo vencer en su debilidad, y ahora sabe que Dios existe.
La siguiente historia, en cambio, me llegó hace un par de días: de nuevo se trataba de un chico, que comenzó a compartirme uno de los momentos más duros de su vida. Fue el día en que le llamaron con una inesperada noticia: su padre había muerto de repente. Impactado, se puso en camino pero, minutos más tarde, recibe una nueva llamada: no había sido una muerte cualquiera. Su padre se había suicidado. Miles de preguntas se agolpaban en su cabeza, mientras la culpabilidad se apoderaba de él. En su debilidad, abrió la puerta al mal: desconfianza, juicios, una lluvia angustiosa de porqués… Su vida se transformó en una auténtica pesadilla. Desesperado, un día entró en una iglesia. Allí había una imagen de la Piedad: la Virgen sostenía el cuerpo sin vida de su Hijo. Se acercó a la imagen y, agarrando la mano de Cristo, le pidió ayuda. Le pidió que le diese paz, que le diese todo lo que él no había podido darse a sí mismo. A los pocos instantes, un amor fuerte le invadió, todo en su interior se calmó y ya no volvió a tener culpabilidad. Cristo le hizo ver el amor que siempre había existido entre este padre y este chico. Desaparecieron los miedos y las pesadillas, la confianza le hizo recuperar la paz y el amor perdidos. Desde entonces no ha vuelto a querer ser palacio, sino cuadra.
¿Poder con todo?
Si buscas el significado de cuadra, todos los diccionarios, con palabras más o menos técnicas, te señalarán que es el lugar donde se guardan los animales. ¿Te imaginas ese sitio? No, no, con más realismo… ¿Qué hay allí? Paja sucia, barro, orina y estiércol. ¿Quién querría habitar ahí?
Una de las cosas que siempre nos han enseñado es la importancia de ser fuerte y poder con todo. Nos encantaría ser palacios fortificados, capaces de hacer frente a toda imperfección, pero, en el fondo de nosotros, sabemos que somos débiles y frágiles. ¿Cuántas noches te acuestas con el peso de tus errores, de tus miedos…? ¿Cuántas veces eres incapaz de controlar tus impulsos, como la ira, el egoísmo o la soberbia…, a pesar de todas las promesas que te has hecho de cambiar?
La debilidad aparece una y otra vez en nuestra vida. Puedes ocultarla, o puedes retomar la lucha con renovado empeño; sin embargo, la debilidad, tercamente, no se cansa de llamar a nuestra puerta. Nuevos fracasos, nuevos reveses… El palacio con su fortaleza se desmorona, y aparece otra vez la cuadra que llevamos en nuestro interior.
¿Y qué hacer? Es en tu debilidad, en tu pobreza, donde se va a desarrollar tu felicidad. Cuando sientas una situación de debilidad se te van a ofrecer dos caminos: uno es el del mal, en el que abrirás una puerta a la desconfianza, a la duda, a los juicios, al rencor… El otro camino es el del bien, donde abres la puerta al perdón, al amor, a la misericordia, a la comprensión.
Te ama tal y como eres
Muchas veces, porque te sientes débil, crees que estás abocado a dejarte llevar por el mal, pero eso no es cierto. En tu mano está la decisión. Puedes dejarte arrastrar por el miedo… o puedes dejar que sea la confianza en Cristo la que guíe tu vida. Porque, aunque tú no puedas, Él sí puede. Si le dejas entrar, Cristo será fuerte en ti.
En ese momento ya no tendrás miedo a ser una cuadra, porque, en esa cuadra que se siente débil, es donde va a nacer el Dios-con-nosotros. Él no busca lo perfecto, sino lo enamorado.
Y esto es lo que somos, una cuadra pobre y débil, pero es ahí donde quiere nacer nuestro Dios, es ahí donde te dice que te ama tal y como eres, y que viene a salvarte. Él solo te pide que te cuadres, te dice que, para vivir estos días de Navidad, solo necesitas hacerte cuadra. Puede que en algún momento sientas que te enciende la ira, o que te arrastra el juicio… No creas que está todo perdido, no quieras mirar hacia otro lado, ¡mira a Cristo! Porque en tu debilidad es donde Él va a ser fuerte. Sé valiente, cierra la puerta al mal y da la mano a Cristo. Esta Navidad Él te invita a vivir desde la oración y el amor.
Pero solo es una invitación. Depende de ti la respuesta. Ante tu debilidad, ¿abrirás la puerta al mal o se la abrirás al bien? ¿Quién se hará fuerte en ti?
Vive de Cristo.
Sor María Leticia de Cristo Crucificado
Maestra de novicias de las dominicas de Lerma
Maestra de novicias de las dominicas de Lerma
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