Desde el santuario de Fátima llega un pedido: una Navidad lejos de las campañas comerciales porque este evento exige “una conversión interior” que valorice la acogida de manera que “la esperanza tenga un rostro”.
Lo pidió el vicerrector del santuario de Fátima, Vitor Coutinho, en la homilía que pronunció ayer domingo en la basílica de la Santísima Trinidad.
“La gran novedad de nuestra esperanza cristiana es que tiene un rostro” dijo, haciendo hincapié en que “los hombres y mujeres bautizados somos personas que tenemos la esperanza de vivir una vida llena de sentido, sabiendo que la plenitud de la vida está ante nosotros y no detrás”.
Padre. Vitor Coutinho destacó que con el nacimiento de Jesús en Belén es el mismo Dios que habita entre nosotros para proponemos una verdadera conversión, que significa “un cambio de actitud, de vida sin negociaciones o condiciones previas”. Y más allá de la alegría exterior que este evento produce es necesario “cambiar el corazón para aceptar a este Dios. Invitó así a los peregrinos a “convertirnos todos los días, a partir de esta celebración”.
“Vivimos en una época en que las sociedades de nuestro mundo no logran garantizarnos un futuro esperanzador; no sabemos cómo desarrollar una economía que satisfaga las necesidades de todos”, dijo y destacó “las amenazas a la paz” y “la degradación de los recursos naturales” que parecen no tener fin.
Y “mientras que las sociedades humanas nos proponen sueños, la palabra de Dios nos ofrece ideales y la fe nos da perspectivas de vida; cuando las ideologías proponen utopías, Dios nos ofrece metas que nos inspiran”, dijo.
“Esta es la gran diferencia; Por eso la esperanza cristiana –concluyó– es diferente de la esperanza mundana y en esta ocasión en que vivimos, marcado por la falta de esperanza también tenemos que vivir más este tiempo de Adviento”.
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