Domingo de Silos fue pastor durante su juventud y posteriormente, tras ser elevado al presbiterado, se retiró a la vida eremítica. Hacia el año 1030 ingresó en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla (La Rioja) y, después de desempeñar el cargo de maestro de novicios, el abad Sancho le encomendó la misión de restablecer el priorato de Santa María, cerca de su villa natal de Cañas.
De vuelta a la abadía de San Millán fue nombrado prior, cargo desde el cual se enemistó con García V el de Nájera, rey de Navarra, al negarse a entregarle los tesoros del monasterio que el monarca navarro pretendía con el pretexto de haber sido donados por sus antepasados. Por este motivo tuvo que abandonar San Millán y expatriarse en Burgos, donde por sus dotes intelectuales y de trabajo se atrajo las simpatías del obispo de Burgos y de Fernando I el Magno, rey de Castilla y de León, que le propuso para restaurar el monasterio de San Sebastián de Silos (Burgos), fundado por Fernán González, con el cargo de abad.
Tras tomar las riendas del mismo en 1041, Domingo levantó la iglesia románica y el claustro, y organizó el scriptorium o sala de copistas, donde se creó una de las más completas y ricas bibliotecas de la España medieval. Considerado ya en vida como un santo, a su muerte recibió culto como tal; el monasterio que guarda sus restos tomó su advocación, denominándose en lo sucesivo Santo Domingo de Silos.
J.M. Ballester Esquivias (@jmbe12)
Alfa y Omega
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