La primera misión de la Iglesia en Europa es «revitalizar una sociedad que no es cristiana, que es poscristiana», y España no es una excepción. Esa es «la línea a seguir en los próximos años». En ella están trabajando ya los obispos españoles de forma «discreta pero muy efectiva».
Estas son algunas de las pocas palabras dirigidas a la prensa el 14 de octubre por el principal colaborador del Papa, quien desde el Palacio de la Zarzuela dejó caer que, aunque no está en la agenda una visita del Pontífice, «todo es posible para los que tienen fe». Preguntado después sobre sus encuentros con el rey y con Mariano Rajoy, el secretario de Estado transmitió el deseo del Vaticano de que haya Gobierno en España «cuanto antes».
Cumplimentados sus compromisos de Estado, el cardenal Pietro Parolin inauguró en la sede de la Conferencia Episcopal un simposio homenaje a Pablo VI que sirvió para poner a los obispos españoles ante el espejo de quien Parolin definió como «el primer Papa moderno», un Papa «enamorado de Cristo y de la Iglesia» que supo presentar el Evangelio en positivo y tender la mano al «humanismo laico», cualidades muy en sintonía con el estilo pastoral del actual sucesor de Pedro.
El cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la CEE, destacó la continuidad entre Montini y Francisco en el impulso a la evangelización. Uno de los grandes documentos del primero fue la exhortaciónEvangelii nuntiandi, muy citada en el documento programático del actual pontificado, la exhortaciónEvangelii gaudium.
Pablo VI y la Transición
El arzobispo de Valladolid se refirió también a la relación entre Pablo VI y España, y destacó que «la Iglesia pudo prestar a nuestra sociedad un servicio notable, inestimable quizá, en la etapa de la Transición, porque la onda en que emitían los documentos conciliares coincidía a grandes rasgos con la transición sociopolítica en España». Una de las grandes líneas de este simposio consistió precisamente en hacer justicia a la figura de un Papa muy denostado por el régimen franquista e incomprendido por muchos católicos. El cardenal Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona, habló de estos difíciles años en los que «ser partidario del Concilio te hacía sospechoso de antifranquista». Y a la inversa, «las actitudes en políticas determinaban los sentimientos en cuestiones eclesiales», lo cual «produjo una confusión y un apasionamiento difíciles de describir».
«Todo cambió radicalmente con la llegada de la monarquía», prosiguió Sebastián. La Iglesia, siguiendo las orientaciones del Papa, «apoyó decididamente un cambio político que supusiera el reconocimiento de los derechos civiles de los ciudadanos», con el objetivo de favorecer «la reconciliación de todos los españoles» y «dejar atrás las consecuencias de la Guerra Civil».
Pablo VI, en palabras del cardenal Sebastián, trató de favorecer una «transición pacífica, renovadora y conservadora, que nos permitiera superar las discordias, entrar en la modernidad con sabiduría y con paz, sin perder nuestra identidad y nuestro gran patrimonio espiritual, un patrimonio que en varias ocasiones resumió en los grandes valores de la fe en Jesucristo, el amor a la Eucaristía y a la Virgen María, la fortaleza de la familia y el espíritu misionero».
«No solo la Iglesia, sino la sociedad entera está en deuda con él», añadió el cardenal Sebastián, para concluir que «hoy los españoles necesitamos escuchar de nuevo su mensaje y cumplir sus recomendaciones de mutuo respeto y diálogo sincero, de reconciliación generosa, y colaboración honesta y sincera entre todos nosotros por encima de las inevitables y positivas diferencias sociales, culturales, políticas y religiosas».
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