Carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor
Juan José Omella. ‘Si yo viera las cosas, las personas, y sobre todo los
acontecimientos, con la mirada de Dios, con la perspectiva de Dios, ¡cómo
cambiaría todo!’
Publicamos a
continuación la carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José
Omella:
«Se dice que hace
tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Un día,
buscando refugiarse del sol, un perrito logró meterse por un agujero de una de
las puertas de la casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de
madera y, al terminar de subirlas, se topó con una puerta semiabierta;
lentamente se adentró en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta de que
dentro de ese cuarto había mil perritos más, observándolo tan fijamente como él
los observaba a ellos.
El perrito comenzó a
mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los mil perritos hicieron lo
mismo. Luego sonrió y ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó
sorprendido al ver que los mil perritos también le sonreían y ladraban
alegremente con él. Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para
sí: “¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir muchas veces a visitarlo!”.
Tiempo después, otro
perrito callejero entró en el mismo lugar, pero, a diferencia del primero, al
ver a los otros mil perritos, se sintió amenazado, ya que creía que lo miraban
de manera agresiva. Luego empezó a gruñir y, naturalmente, vio cómo los mil
perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros mil
perritos le ladraron también. Cuando este perrito salió de allí pensó: “¡Qué
lugar tan horrible es éste! ¡Nunca más volveré a entrar aquí!”.
En la portada de
aquella casa había un viejo letrero que decía: “La casa de los mil espejos”.»
¿Quién, al leer este
hermosa fábula, no recuerda aquel dicho tan popular de que “nada es verdad
ni es mentira; todo depende del cristal con que se mira”, que los cristianos
hemos de mejorar con la rectitud de intención? Dicho de otro modo, si yo viera
las cosas, las personas, y sobre todo los acontecimientos, con la mirada de Dios,
con la perspectiva de Dios, ¡cómo cambiaría todo!
San Juan de la Cruz,
uno de los místicos y poetas más emblemáticos de nuestra historia y de nuestra
literatura, aún lo expresó de una forma más acertada desde la perspectiva de la
fe cristiana: “Adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor.” Veamos las
circunstancias que dieron pie a esta afirmación de nuestro santo.
Año 1591: Juan de la
Cruz sufre el mayor de los desprecios por parte de sus compañeros de Orden. Él
está plenamente inmerso en la reforma del Carmelo. Le quitan todos sus cargos y
lo mandan a Jaén, donde vive en la mayor pobreza y austeridad. Desde Sevilla le
llegan ecos de calumnias muy graves, propaladas por algunos frailes. ¿Reacción
de muchas personas que conocían la entereza y las virtudes de Juan? Le mandan
cartas conteniendo las expresiones más encendidas de afecto, acogida,
comprensión y cariño. Y de pena por la injusticia que se está cometiendo con
él. ¿Respuesta de Juan de la Cruz? Así contesta a una religiosa carmelita
reformada: “De lo que a mí toca, hija, no le dé pena, que ninguna a mí me da.
Dios sabe lo que nos conviene y ordena todas las cosas para nuestro bien. No
piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y adonde no hay amor,
ponga amor, y sacará amor”.
Dios es el que permite
todo para nuestro bien, aunque no lo comprendamos muchas veces. Es Él quien nos
estimula y nos invita a descubrir el querer de Dios, poniendo amor donde no hay
amor.
Cristo ha vencido el
mal. Y lo ha vencido haciendo el bien. “Pasó por la vida haciendo el bien”, que
es la manera más eficaz y concreta de poner amor.
Nunca debemos olvidar
que la realidad – las realidades – de la vida depende en buena medida de cómo
la miramos y de cómo nos acercamos a ella. Tener una mirada positiva hacia las
personas y hacia las cosas nos ayudará a disfrutar más de la realidad que si la
miramos con ojos turbios, con tristeza, con resentimiento. El amor lleva al
amor. La amargura, a la amargura. ¡Que Dios nos libre de caer en ella!
¡Feliz domingo a
todos!
+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona
Zenit
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