El padre Ibrahim es uno de los trece franciscanos que aún permanecen en la
castigada ciudad de Alepo, (Siria) y que ha contado en directo, vía
videoconferencia como se vive en esta ciudad casi destruida por la guerra y
dónde quedan muy pocos cristianos que no hayan huido de las matanzas del
Daesh. “Los cristianos en Alepo somos cada vez menos, pero
dispuestos a resistir”: Fray Ibrahim.
Según
informa el digital Religión Confidencial, una pequeña comunidad de franciscanos
se enfrenta en Alepo al terror de la guerra y a sus consecuencias más nefastas.
“No tenemos agua, llevamos cuatro días sin electricidad. No tenemos comida.
Los bombardeos habían cesado pero han vuelto con fuerza”, ha relatado
durante la clausura del Encuentro Madrid.
El
franciscano ha afirmado que su misión es permanecer en un lugar en el que “los
únicos que quedan son los pobres y los enfermos que no pueden escapar. Nosotros
hemos decidido permanecer aquí y ayudar, en la medida de nuestras
posibilidades, a los afectados por la guerra. Permanecer aquí es testimoniar a
Cristo”.
Estos
trece franciscanos de Alepo se centra en tres necesidades: el agua, la salud y
la compañía. “Hemos abierto nuestro pozo que se ha convertido en un oasis en
mitad del desierto: a él acuden niños y ancianos, hombres y mujeres, musulmanes
y cristianos. Hemos conseguido traer medicinas, pero lo más importante que
tenemos que ofrecer es nuestra paz”.
El
problema es el islam que promueve un sistema político
Para Martino Diez, director científico de
la Fundación Oasis, “el mayor conflicto se encuentra en la concepción del Islam: no
es sólo una cuestión religiosa, sino que promueve un sistema político”.
Diez es
un gran conocedor del mundo árabe, especialmente de Siria, y ha estudiado en
profundidad los movimientos de las primaveras árabes. “Cuando
comenzaron las revoluciones, había dos teorías sobre quién las llevaba a cabo:
la primera dice que eran personas favorables a la democracia que querían acabar
con los regímenes dictatoriales (por ejemplo, Siria); la segunda dice que eran,
en realidad, terroristas, fundamentalistas, que querían implantar el Estado
Islámico. La verdad está a medio camino entre ambas teorías”, afirma.
En septiembre de 2011 este movimiento de
protesta se convirtió en un movimiento armado, y por lo tanto ha comenzado lo
que es claramente una guerra civil en Siria. Este devenir histórico y la
post-revolución ha provocado que existan más de 60 millones de desplazados
forzosos en el mundo y que seis de ellos sean sirios, explicó en el
encuentro Pablo Llano, director de la ONG Cesal.
Desde Cesal, que trabaja especialmente en
los 26 campos de refugiados existentes en el Líbano, se han centrado en
dos puntos: en la educación, “para que pueda existir un futuro”, y en la
creación depuestos de trabajo, “porque la gente necesita volver a sentirse
útil, pensar que puede construir su propio futuro”.
En este sentido, ambos ponentes han expresado
que “la religión, como punto de encuentro entre personas, forma parte de
la solución, no del problema”.
VoxTempli
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