La Comisión episcopal de Migraciones, reunida el 20 de
Abril de 2016 desea con esta nota informativa seguir insistiendo en la
necesaria y urgente toma de medidas de acogida, hospitalidad, y acompañamiento
a refugiados. A ella se comprometió el Gobierno Español a quien la Iglesia
española se ofreció y se sigue ofreciendo para lo que necesitara y pudiera
ofrecer.
En las diócesis españoles se han establecido
ya los mecanismos y previsiones generosas y necesarias para colaborar y sensibilizar en dicha acogida. Y en el trabajo posterior para su
integración social. Del trabajo ya hecho estamos seguros se beneficiarán
emigrantes, refugiados y demás personas en situaciones de especial
vulnerabilidad como lo vienen haciendo hasta la fecha
Agradecemos la labor incisiva y solidaria que está haciendo la Red de Entidades eclesiales que trabajan con emigrantes (CEM, Confer, Caritas, Justicia y Paz
y Sector Social de la Compañía de Jesús) y la de tantas organizaciones y
entidades de Iglesia y otras a propósito de las personas concretas a quienes
tan gravemente afecta esta crisis humanitaria necesitada de repuestas eficaces.
Deseamos que no se ponga en cuestión la
imprescindible necesidad de ayuda a los que huyen de la guerra o del hambre,
refugiados e inmigrantes. Muchos en su camino hacia Europa son
víctimas de la trata de personas y de muchos otros tipos de violencia. Y
deseamos también que no caigamos en estereotipos ni en estigmatizaciones que
afecten a su dignidad y a la fraterna y evangélica acogida.
Tal y como recientemente ha hecho nuestro Santo Padre Francisco debemos pasar de las declaraciones formales y pronunciamientos a los
hechos. Con los refugiados y emigrantes en Europa y con los que
están en lugares de conflictos, origen de la gran tragedia que vivimos. Y
necesitamos hacerlo con urgencia porque está en juego la vida de muchas
personas sobre todo las más vulnerables.
Estamos ante una situación muy urgente que
necesita también celeridad y eficacia en la toma de decisiones.
Mientras tanto continuaremos con nuestra labor humanitaria, de servicio, de
acompañamiento y de defensa de los derechos de todos los emigrantes y
refugiados. De los que vendrán y de los que ya están entre nosotros,
favoreciendo su integración social, cultural y religiosa.
(Comisión Episcopal de
Migraciones)
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