martes, 19 de abril de 2016

Francisco pide perdón a los refugiados "por la cerrazón y la indiferencia" de la Unión Europea

Videomensaje del Papa a los internos del centro Astalli de los jesuitas italianos

"Sois tratados como un peso, como un problema y un gasto, y sin embargo sois un don"
El papa Francisco ha pedido perdón a los refugiados "por la cerrazón y la indiferencia de nuestras sociedades", en un vídeomensaje enviado al centro Astalli, sede italiana del servicio de inmigración de los jesuitas, por su 35 aniversario.
Según el mensaje del papa, esa indiferencia se debe a que las sociedades "temen el cambio de vida y de mentalidad que requiere" la presencia de la inmigración.
"Sois tratados como un peso, como un problema y un gasto, y sin embargo sois un don. Sois el testimonio de cómo Dios clemente y misericordioso sabe transformar el mal y la injusticia que sufrís en un bien para todos", se lee en la transcripción del mensaje difundido por la oficina de prensa de la Santa Sede.

Francisco, que el pasado sábado viajó a laisla griega de Lesbos y se trajo a Roma en el avión a doce refugiados sirios, aseguró en su mensaje "que cada uno puede ser un puente que une a los pueblos lejanos y que hace posible el encuentro entre culturas y religiones diferentes".
A los refugiados les dice que su experiencia de dolor y de esperanza "recuerda que todos somos extranjeros y peregrinos en esta Tierra, acogidos por alguien con generosidad y sin ningún mérito".
El papa argentino dice que se debe considerar como "un hermano con quien compartir el pan" a todos los que han "huido de su propia tierra a causa de la opresión, la guerra, la naturaleza atacada por la contaminación y la desertificación o por la injusta distribución de los bienes del planeta".
Al Centro Astalli les animó a continuar su camino y "ayudar a la sociedad a escuchar las voces de los refugiados" y a "continuar y caminar con ellos al lado porque los refugiados conocen el camino que lleva a la paz pues conocen el olor acre de la guerra".
Texto completo del vídeo mensaje del Papa:

«Queridos refugiados, queridos voluntarios, operadores y amigos del Centro Astalli
En este año de la Misericordia se celebran 35 años del Servicio de los Jesuitas a Refugiados en Italia, actividad que ha sido, ante todo, un caminar juntos, como único pueblo. ¡Y esto es bello y justo!
Hay que proseguir con valentía: «Era forastero y me han acogido» (cfr. Mt 25, 35)
Era forastero... Cada uno de ustedes, los refugiados que llaman a nuestras puertas tiene el rostro de Dios, es carne de Cristo. Su experiencia de dolor y de esperanza nos recuerda que todos somos extranjeros y peregrinos en esta Tierra, acogidos por alguien con generosidad y sin mérito alguno. Aquel que, como ustedes, ha huido de su propia tierra a causa de la opresión, de la guerra, de una naturaleza desfigurada por la contaminación y la desertificación, o de la injusta distribución de los recursos del planeta, es un hermano con el cual compartir el pan, la casa, la vida.
¡Demasiadas veces no los hemos acogido! Perdonen la cerrazón y la indiferencia de nuestras sociedades que temen el cambio de vida que su presencia requiere. Tratados como un peso, un problema, un costo, sin embargo, ustedes son un don. Son el testimonio de cómo nuestro Dios clemente y misericordioso sabe transformar el mal y la injusticia que sufren en un bien para todos. Porque cada uno de ustedes puede ser un puente que une a pueblos lejanos, que hace posible el encuentro entre culturas y religiones diversas, un camino para redescubrir nuestra humanidad común.
... y me han acogido. Era forastero y me han acogido. Sí, el Centro Astalli es el ejemplo concreto y cotidiano de esta acogida nacida de la visión profética del padre Pedro Arrupe. Fue su canto del cisne, en un centro de refugiados en Asia.
Gracias a todos ustedes, mujeres y hombres, laicos y religiosos, operadores y voluntarios, porque muestran en los hechos que si se camina juntos, el camino da menos miedo.
Los aliento a proseguir. Treinta y cinco años son sólo el comienzo de un camino que se hace cada vez más necesario, único camino para una convivencia reconciliada. Sean siempre testimonio de la belleza del encuentro. Ayuden a nuestra sociedad a escuchar la voz de los refugiados.
Sigan caminando con valentía a su lado, acompáñenlos y háganse guiar por ellos: los refugiados conocen los caminos que llevan a la paz porque conocen el olor acre de la guerra».


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