Videomensaje del Papa a los
internos del centro Astalli de los jesuitas italianos
"Sois tratados como un peso,
como un problema y un gasto, y sin embargo sois un don"
El papa Francisco ha
pedido perdón a los refugiados "por la cerrazón y la
indiferencia de nuestras sociedades", en un vídeomensaje
enviado al centro Astalli, sede italiana del servicio de inmigración de los
jesuitas, por su 35 aniversario.
Según el mensaje del
papa, esa indiferencia se debe a que las sociedades "temen el cambio de vida y de mentalidad que requiere" la
presencia de la inmigración.
"Sois tratados como un peso, como un problema y un gasto, y sin
embargo sois un don. Sois el testimonio de cómo Dios clemente y
misericordioso sabe transformar el mal y la injusticia que sufrís en un bien
para todos", se lee en la transcripción del mensaje difundido por la
oficina de prensa de la Santa Sede.
Francisco, que el pasado sábado viajó a laisla griega de Lesbos y se trajo a Roma en el avión a doce refugiados sirios, aseguró en su mensaje "que cada uno puede ser un puente que une a los pueblos lejanos y que hace posible el encuentro entre culturas y religiones diferentes".
A los refugiados les
dice que su experiencia de dolor y de esperanza "recuerda que todos somos extranjeros y peregrinos en esta Tierra,
acogidos por alguien con generosidad y sin ningún mérito".
El papa argentino dice que se debe considerar como "un hermano con
quien compartir el pan" a todos los que han "huido de su propia
tierra a causa de la opresión, la guerra, la naturaleza atacada por la contaminación
y la desertificación o por la injusta distribución de los bienes del
planeta".
Al Centro Astalli les
animó a continuar su camino y "ayudar a la sociedad a escuchar
las voces de los refugiados" y a "continuar y caminar con
ellos al lado porque los refugiados conocen el camino que lleva a la paz pues
conocen el olor acre de la guerra".
Texto
completo del vídeo mensaje del Papa:
«Queridos refugiados, queridos voluntarios, operadores
y amigos del Centro Astalli
En este año de la Misericordia se celebran 35 años del
Servicio de los Jesuitas a Refugiados en Italia, actividad que ha sido, ante
todo, un caminar juntos, como único pueblo. ¡Y esto es bello y justo!
Hay que proseguir con valentía: «Era forastero y me
han acogido» (cfr. Mt 25, 35)
Era forastero... Cada uno de ustedes, los refugiados
que llaman a nuestras puertas tiene el rostro de Dios, es carne de Cristo. Su
experiencia de dolor y de esperanza nos recuerda que todos somos extranjeros y
peregrinos en esta Tierra, acogidos por alguien con generosidad y sin mérito
alguno. Aquel que, como ustedes, ha huido de su propia tierra a causa de la
opresión, de la guerra, de una naturaleza desfigurada por la contaminación y la
desertificación, o de la injusta distribución de los recursos del planeta, es
un hermano con el cual compartir el pan, la casa, la vida.
¡Demasiadas veces no los hemos acogido! Perdonen la
cerrazón y la indiferencia de nuestras sociedades que temen el cambio de vida
que su presencia requiere. Tratados como un peso, un problema, un costo, sin
embargo, ustedes son un don. Son el testimonio de cómo nuestro Dios clemente y
misericordioso sabe transformar el mal y la injusticia que sufren en un bien
para todos. Porque cada uno de ustedes puede ser un puente que une a pueblos lejanos,
que hace posible el encuentro entre culturas y religiones diversas, un camino
para redescubrir nuestra humanidad común.
... y me han acogido. Era forastero y me han acogido.
Sí, el Centro Astalli es el ejemplo concreto y cotidiano de esta acogida nacida
de la visión profética del padre Pedro Arrupe. Fue su canto del cisne, en un
centro de refugiados en Asia.
Gracias a todos ustedes, mujeres y hombres, laicos y
religiosos, operadores y voluntarios, porque muestran en los hechos que si se
camina juntos, el camino da menos miedo.
Los aliento a proseguir. Treinta y cinco años son sólo
el comienzo de un camino que se hace cada vez más necesario, único camino para
una convivencia reconciliada. Sean siempre testimonio de la belleza del
encuentro. Ayuden a nuestra sociedad a escuchar la voz de los refugiados.
Sigan caminando con valentía a su lado, acompáñenlos y
háganse guiar por ellos: los refugiados conocen los caminos que llevan a la paz
porque conocen el olor acre de la guerra».
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