REFLEXIONES
EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Ya está en manos de obispos, sacerdotes y laicos la Exhortación apostólica
del Papa, fruto de los dos Sínodos sobre la familia. Junto a cada uno de los
textos de la Exhortación enviados por Francisco a los Obispos hay una breve
carta que dice: Vaticano 8 abril 2016 Querido hermano: Invocando la protección
de la Sagrada Familia de Nazaret, me complazco de enviarle mi Exhortación
“Amoris laetitia” para el bien de todas las familias y de todas las personas,
jóvenes y ancianas, confiadas a tu ministerio pastoral. Unidos en el Señor
Jesús, con María y José, le pido que no se olvide de rezar por mí. Franciscus
La Exhortación tiene como corazón espiritual el capítulo cuarto que trata
del amor en el matrimonio. Es una colección de fragmentos de un discurso
amoroso que está atento a describir el amor humano en términos absolutamente
concretos. La profundización psicológica entra en el mundo de las emociones de
los conyugues –positivas y negativas- y en la dimensión erótica del amor. Se
trata de una contribución extremamente rica y preciosa para la vida cristiana
de los conyugues, que no tiene hasta ahora parangón en precedentes documentos
papales.
A su modo este capítulo constituye un tratado dentro del desarrollo más
amplio, plenamente consciente de la cotidianidad del amor que es enemiga de
todo idealismo: “no hay que arrojar sobre dos personas limitadas –escribe
Francisco- el tremendo peso de tener que reproducir de manera perfecta la unión
que existe entre Cristo y su Iglesia, porque el matrimonio como signo implica
“un proceso dinámico, que avanza gradualmente con la progresiva integración de
los dones de Dios” (AL 122). Pero por otra parte el Papa insiste de manera
fuerte y decidida sobre el hecho de que “en la naturaleza misma del amor
conyugal está la apertura a lo definitivo” (AL 123), propiamente al interior de
esa “combinación de alegrías y de fatigas, de tensiones y de reposo, de
sufrimientos y de liberación, de satisfacciones y de búsquedas, de fastidios y
de placeres” (AL 126) está, precisamente, el matrimonio.
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